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El misterioso giro de la curva

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já! como no. 





“Todos los estilos literarios son buenos, excepto los de estilo aburrido”. Voltaire.



Eunice Shade



Veo un gran monte. Una selva nicaragüense de inseguridades sin podar. Voy de nuevo a chapodar la selva y abrir camino a los miedos ajenos de colegas paisanos. Es un deporte mío, vieja costumbre de antaño de reflexionar sobre temáticas tabúes del oficio. Hace falta.


Conocí a este tipo de artista que se intimidaba frente a “lo cliché” allá por inicios de la década 2000. De hecho, palabras como “plagio”, continúan siendo miedos profundos, en especial en estos borrascosos terrenos de la escritura; palabras y conceptos sobre los que se debe meditar, en especial si nos dedicamos a escribir o al arte; “cliché” y “plagio” son palabras que por inseguridad algunos evitan “para que otros no piensen mal”. A la acción de evitar o prohibir la reflexión de un tema le llamo blandenguería, cobardía, pereza mental, y como en esta clase deseo que todos aprendan, vamos a empezar tradicionalmente definiendo el cliché como la fórmula del lugar común que suele ser éxito en ventas, porque en general el público adora estas fórmulas. 


Sin embargo, lo que es cliché en Nicaragua, no siempre es cliché en el primer mundo o viceversa, porque el universo es infinito y cada sociedad posee su sistema de valores literarios. Esa fue una de las lecciones aprendidas en mi segundo viaje a Santiago de Chile. Previo a esa época, en la Managua mía era común escuchar a ciertos escritores sentenciar que “lo autobiográfico en la literatura era pésimo, que lo mejor era la ficción”. Yo tenía mis dudas porque lo escrito es ya ficción en sí, y en especial después de haber leído Historia de mis librosde Rubén Darío, y conste, menciono dicha pieza en particular por buscar en la biblioteca de mi país, bien puede una escribir Diarios de Pizarnik o Kafka, ustedes ya conocen esa historia. 
No obstante, la citada pieza dariana es fundamental para conocer al humano ‘verdadero y real’ que sostiene al escritor; son confesiones, los secretos sucios de la cocina literaria dariana, el reconocimiento de sus límites, ende de su grandeza frente a la página blanca. 
Libro clave, diría yo, para lograr una compresión cabal de su obra. Ahh… pero hablar del ser humano: hombre o mujer es tema profundísimo que requiere madurez literaria… no memoria de catálogos. Y me recuerdo de este cuento genial de Claudia Hernández, Carretera sin buey, todo quería ser aquel hombre al costado de la carretera, menos humano. Moraleja: No le hagas caso a gente así, ya Faetón los palmeará en la espalda. Queda la lección y el sarcasmo de la jugada de apertura de la autora salvadoreña: “De haber sabido que se trataba de un ser humano, no habríamos detenido el automóvil”, porque solo el ser humano es el único mamífero que le cuesta un &*!$# reconocerse como tal.


El asunto es que cada quien llevaba un cuento o un poema al círculo y el primer señalamiento era: “Es malo porque es autobiográfico”…sí, en Nicaragua hay “escritores” que piensan así. También hay otros, más jóvenes, que confunden los estatus de facebook y twitter con literatura. Anyhow... 



Me encontraba en el otoño de una bella Santiago del 2006, en un café en Providencia, leyendo publicaciones actuales de escritura local. Y el material creativo que leía, qué sorpresa, era de corte autobiográfico, unos más, otros menos, pero constaban alusiones claras. Era lo más normal del mundo y nadie poseía prejuicios al respecto, muy al contrario, el texto (sin importar o no el género) es bueno cuando está bien escrito. Y me dije: ¡Que bárbaro! ¡Tuve que salir de la burbuja local nica para encontrarme con otra realidad, donde ciertos lectores atesoran una visión profunda de la literatura! No me la contaron, no la leí en Internet. La viví ahí mismo, en carne y hueso.  



Ya de regreso en Managua, como es hábito mío, frecuenté diversos círculos sociales, cada uno con sus propios valores y con su propia forma de medir el mundo. Algo así como estudiar en la UAM y hacer vida social en la UNAN y la UCA. Y disfrutaba como espectadora la diversidad de subculturas, apreciaba cada detalle distintivo. Me entristecía, sí, cuando la persona de una burbuja no podía o le costaba interactuar con la de otra. Flashback 1:León, Nicaragua. Trabajaba con un colectivo de artistas instalando una exposición. Uno de ellos fue requerido para solicitar una entrevista con un periodista local. Se va y regresa agitado, nervioso y me dice: “Andá vos, porque no me pude comunicar con el maje. Es un maje así, asá, etc”. Voy.


Era un señor conservador, tradicional, típico de León con sus propias ideas y convicciones. Era lo que a este prejuiciado grupo le parecía un señor “cliché de León”. Lo saludé. Hola, mucho gusto. Vamos a montar un evento, nos gustaría que nos apoye. Gracias, muy amable. Punto.La comunicación de mi burbuja a su burbuja fue un éxito. Pero me quedó la espinita. ¿Por qué este artista no pudo comunicarse con este señor, que era lo más natural del mundo en León? ¿Es que al parecer “lo natural” es un lenguaje que estos artistas no entienden? Y pensé lo mismo que ustedes: Babel.Hay personas que hablan varias lenguas y se comunican fluidamente con variedad de burbujas… hay personas restringidas que solo hablan una lengua minoritaria, mínima y que además la pretenden imponer como la panacea, cuando no es más que otra lengua rascuache en otra parte del mundo; Estados Unidos, por ejemplo: Aquí todo el mundo anda como quiere, flota una enorme burbuja (de las tantas) con millones de millones de personas tatuadas, el pelo en verde fosforescente, con tennis tripeados, etc: Aquí esa fachada y visión estética es lo más cliché porque todo el mundo anda así, y ser artista es común, etc ywhatever.

Ser “cool” aquí no es bueno, ni malo, es común. Es la media. Es simple. Igual ser lo contrario de “cool”, porque cada burbuja (encerrada) posee su propia forma de ver el mundo. Sin embargo, cuando te abrís, cuando saltas a otra burbuja, a otros gustos, olores y sabores tu horizonte se expande, y te das cuenta que cada pompa de jabón vive un proceso de crecimiento diferente, y que bajo ningún motivo uno es “superior” o “inferior” al otro. Son estados. Lo mismo para quienes escribimos: un día se me antoja teclear algo que No comunique, algo que solo exprese rareza y belleza formal de la palabra, algo autista que solo yo entienda; otro día quiero comunicar (sin discriminar a nadie por educación, sexo, raza, religión, etc). A veces me dan ganas de parodiar, o tomar una foto cruda de la realidad tal cual, recrear tonos ajenos fidedignamente: eso es una parte del arte de escribir. Apagar mi voz y mi búsqueda creativa personal para darle espacio a otras voces que necesitan ser escuchadas en otras latitudes, sobre todo si mi texto en ese momento, en esa determinada ocasión, está comprometido. En especial cuando la causa lo amerita. Reitero lo que siempre he dicho en textos anteriores: el buen o la buena escritora debe dominar varios estilos. Pista: Macariode Juan Rulfo, El llano en llamas.

Entonces me parece ridículo que en Nicaragua haya mentalidades cerradas que promuevan el prejuicio. Flashback 2: Cierta vez una escritora nicaragüense me dijo: “No utilizo la luna como símbolo, ni como palabra porque es común en la literatura de la Chayo” (Murillo). Hasta el día de hoy pienso lo mismo: ¿Y desde cuándo la luna, el sol, el mar, la cama, las sábanas, el beso son propiedad exclusiva de alguien?¿O sea que mi escritura debe estar “controlada” por lo que escriben, dicen o piensan otros? No way!!Escribiré o utilizaré la imagen de la luna, por ejemplo, aunque sea el símbolo cliché por excelencia del Islam. ¡El calendario musulmán es lunar! Ya me parece que me advierten: “No escribas de la luna porque sos machista, porque los musulmanes veneran y adoran la luna desde siglos atrás”. Mejor me río. Lo más saludable es reírse. Hay que airear el cuarto pipe, abrir las ventanas, que corra el aire fresco porque cada burbuja le asigna un valor distinto a la Creciente y Estrella.Esa es una clase de semiótica que nadie debería perderse. 

Así mismo, recuerdo a ese grupito que venera a Edgar Allan Poe como si fuese “rarísimo”, fue raro todavía hasta el siglo XX, pero hoy y aquí en Estados Unidos es lugar común, nadie se asusta de Poe ya… a menos que lo estés conociendo por primera vez.  O cuando vas a Argentina y hablás de Borges… ¡Por favor!

Woody Allen ha construido un imperio trabajando “el cliché primermundista”, muchos de sus guiones y películas lo son. Es especialista en la materia. Solo falta que salte alguien y me diga: “Yo, solo por eso veo películas de Stanley Kubrick”. Y mi respuesta será la misma: Kubrick es para mí un cliché ahora. Cuando estaba descubriendo el mundo a los veinte años, no. Pero ahora sí lo es. Leer a Bolaño es otro cliché (él en sí lo es) pero debemos respetar el crecimiento de los más jóvenes… ¿no? Entra un joven a mi taller de LupaCollagey me dice: “Profe, estoy leyendo a Bolaño”. Respuesta:¡Qué bueno hijo, es parte del proceso! Avisame cuando termines para sugerirte más lecturas”, punto final. Lo que ayer fue, hoy cambió. Lo mismo Tori Amos, Fiona Apple, Björk y compañía limitada.

Por eso, simpatizo con la tranquilidad con que la artista y poeta Natalia Hernández trabaja "el cliché" y da en el clavo cuando dice “significados” porque, por ejemplo, el sentimiento del amor será cliché siempre, aquí y en cualquier lado. Y eso no es bueno, ni malo (ya viene siendo hora de trascender la dualidad). Es una forma de trabajar un tema cuando se desea comunicar un valor universal a más de una burbuja, no sólo a la mía. Varios poetas machistillas han escrito ideas como: “sábanas arrugadas, sudor, cuerpo de mujer” y el cuerpo de la mujer es el cliché por excelencia en la poesía escrita por hombres, es lugar común masculino-heterosexual. Es el mismo escenario, el Neruda primero refritado, el cliché erótico retorcido y llevado al extremo. Cambia su forma, en unos más, en otros menos, pero el espacio es el mismo. Las cargas y connotaciones negativas que arbitrariamente y al antojo otorgan algunos a diversos recursos literarios se convierten en estrategias de dominación (descalificación, estigma y subyugación) de la escritura producida por mujeres.
La falta de lectura de algunos es tal que “descontextualizar” les parece el non plus ultra. De repente aburre tanto pingüino tomando sol en la playa. Anótenlo y subráyenlo para su crecimiento como jóvenes escritores-as.

En Literatura Nicaragüense, edición de 1999, Jorge Eduardo Arellano, escribió que la “práctica versificadora (de Gioconda Belli) tropieza fervientemente con el tópico y el lugar común”. Verdad de Perogrullo, secreto a voces, lo sabemos casi todos y todas: la Gioconda es cliché y vuelvo a repetir, eso no es bueno ni malo. Sería más interesante y productivo pensar: ¿Cómo trabaja el cliché la Gioconda? ¿Qué de nuevo hay en su tratamiento? Y ya ven, para los que consideran que ser escritor es únicamente ganar premios: ¡Cuántos premios ha ganado la Gioconda! Precisamente porque domina las formas del cliché.

Flashback 3: No nos vayamos tan largo. Esa era la consigna cardenaliana en los 80 nicaragüenses: Escribir para el pueblo, que la gente lo entienda, escribir como se habla, poesía de masas, talleres de poesía, salvo los disidentes. Ahh pero nadie dice nada negativo de lo cliché que son los Epigramas de Ernesto Cardenal, esa formulita de ¡Oh Claudia! o de Alperderte yo a ti tú y yo hemos perdido que bien podría ser el texto de una tarjeta Hallmark, si es que no lo es ya. ¿Y que me dicen de la trillada operación de retomar íconos pop, lugares comunes de los Estados Unidos como Marilyn Monroe? 
Por supuesto, cada autor desarrolla una obra y esa obra tendrá aspectos clichés. El Neruda de los Veinte poemas de amory una canción desesperada, no es el mismo de Residencia en la tierra. El Cardenal de Epigramasno es el mismo del Cántico cósmico. Y aclaro dos cosas: Uno: no me gustan los clichés cuando no se utilizan deliberadamente con algún propósito. Dos: la intención de citar a estos autores que no son favoritos de mi bibliotecaes para señalar y evidenciar que la vara con que se mide la escritura de una mujer es injustamente otra: la de la discriminación. Porque el machismo literario etiqueta, encasilla y descalifica a las escritoras. Porque al machista le parece que “lo cliché” es negativo si y sólo silo trabaja la mujer que sostiene a la escritora. Sin embargo, si lo hace un hombre: “¡Es genial! ¡Qué genio! ¡Qué capacidad de trascender burbujas y fronteras! ¡Está hecho para el gran público! ¡Será un éxito comercial! ¡Qué capacidad de comunicación! Brillante! ¡Un aplauso!”.

En resumidas cuentas lo que te hace original en el primer mundo (al que tanto aspira un montón de gente) es respetar tu verdadera cultura y tu origen. La tuya; la combinación creativa de sus elementos y su interacción con otras realidades. Solo quien respeta su cultura es capaz de respetar las otras.

Quizá estas ganas, desesperadas, de ser lo que una mente cerrada considera “cool”, sean una estrategia de negocios. Ya no se trata del arte, sino del billete. “Y como nunca he salido del terruño más de cinco meses, yo creo que eso es lo más “cool” del mundo, y a esa gente le quiero vender mi producto y quiero ser como ellos para que me lo compren”. Es justo que querrás vender tu nisayo, pero eso no te da derecho a creer que tu manera de concebir la vida, el arte y la literatura es mejor que la de otros. Ahora bien, entre “ser cool” y una “aburrida papa sin sal de la década 2000”, mil veces mejor “ser cool”.

Quizá, sea también la segmentación del mercado y “nosotros sólo le vendemos a la clase alta. Somos exclusivos de la misma”, como si la clase alta, solo por serlo, tuviese una confiable valoración estética. Lo que está claro es que teñirse el pelo en arco-iris y  escribir: %#!&#&* para que la gente no entienda es miedo a nombrar la realidad tal cual en Nicaragua. Es miedo a verse en el espejo y aceptar el desfase socio-económico (somos el segundo país más pobre del continente americano) que cualquier marxista fiel de Lukács expresaría así: El desarrollo cultural de un país es reflejo de su economía. O bien: Entre más desarrollado el país, más desarrollada la cultura, el arte, la literatura, etc. Esta idea es polisémica, salvo excepciones y podríamos pasar horas en debate hasta exprimirla y revertirla, pero mi intención, por ahora, es comunicarla.


Decía pues, que a este tipo de artista o escritor, allá por la década 2000 le daba terror verse al espejo diariamente. Tenía este primo hipster-artista-escritor que todo el tiempo quería verse diferente. Hacía recortes de revistas, y cada parte de su cuerpo era de un color, textura y forma distinta, porque eso lo hacía sentirse mejor. Era su forma de escaparse de la realidad circundante, de negarse. ¿Y por qué no? De asumirse. Empezaba a pensar como Freddy Quezada, parafraseo: En un mundo donde todos quieren ser diferentes, ser natural era un atentado, una verdadera revolución.
Porque diario se levantaba el pobre, se cepillaba los dientes, se bañaba, comía huevo con tostadas y café, se iba al pegue, discutía, almorzaba, iba al baño a hacer la 2, chateaba, revisaba su twitter, facebook, instagram, googleaba, adoraba las páginas web que parecían hospitales de Hello Kitty, hospitales donde se intentan salvar los sueños agonizantes de Hello Kitty, pegueaba otro rato y cuando terminaba llamaba a sus brodis para irse a relajar con unas bichas y un ceviche. Después, regresaba a su casa, chequeaba otra vez su celular, se tomaba una selfie patas para arriba haciendo muecas en pijama, la trabaja creativamente, la posteaba, comentaba, leía un rato,  se sacaba un moco, se rascaba la entrepierna, luego enviaba una ristra de muñecos en el wassapy finalmente se dormía. Eso de lunes a viernes (mi primo es afortunado porque peguea en serio, no me quiero imaginar el carnaval mental de quien no). Sábados y domingos, otra onda, tal vez el mar, un buen asado, el cine, más bichas. Pero la selfie antes de acostarse era fija. Igualita, pero cada noche le cambiaba un detalle, cada noche la trabajaba distinto. Cada noche amaba y odiaba a Sísifo. Hellou Kitty?


Aura Rostand: el Huerto cerrado de la poeta “underground”.

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Eunice Shade


Tengo en la memoria los ojos de Helena Ramos como los de una lechuza que no duerme en busca de poemas que nadie ha leído. Helena, escritora, periodista, editora, crítica literaria; es una de las intelectuales nicaragüenses de mayor solidez y objetividad de la zona. Digo nicaragüense sabiendo que además es rusa y que el español es su segunda lengua, y sin embargo lo escribe mejor que muchos de nosotros. Lo que confirma que también Ramos es una excepción a la regla. Habrá pasado menos de un año desde que le hice esta entrevista a propósito de María de la Selva Escoto, conocida por su nombre artístico Aura Rostand. No conviene mencionar que era hermana del poeta Salomón de la Selva, ya que los hombres siempre acaparan e invisibilizan a las escritoras.

Las escritoras siempre han existido, nada nuevo es que las mujeres escriban y que lo hagan bien. Desde la Pola Argentaria que como nos cuenta Sor Juana Inés de la Cruz, ayudó a su marido Lucano a escribir la gran Batalla Farsálica, hasta la nicaragüense Aura Rostand nacida en 1899 en León. Si bien Rostand es una poeta irregular, y no me satisfice con su poemario, este aporte debe valorarse y entenderse desde una perspectiva histórica; y dentro de la misma, en términos saussurianos desde la sincronía, en especial por tratarse del espacio íntimo de una mujer del siglo pasado. Recordemos que en dicha época no era bien visto que las mujeres escribieran. De ahí que este hallazgo, proeza de Ramos, sea de gran relevancia para completar ese vacío histórico en la literatura nicaragüense: nosotras.

En la presente entrevista, algunos lectores se enterarán también que las bisabuelas de Rubén Darío no fueron ajenas a la escritura; probablemente si las mujeres del pasado hubiesen tenido el mismo acceso a los libros y las mismas oportunidades profesionales que los hombres, otro sería el presente. Lo que cuenta, sí, es que hoy todas podemos educarnos e ir a la universidad, y que ningún hombre (o mujer-machista, se han visto casos) puede dominarnos, someternos y mucho menos imponernos qué es buena literatura y qué no, porque los tiempos han cambiado y hoy nosotras tenemos seguridad en nuestro propio criterio. Hoy somos más libres que ayer. Un poco, pero ya vale.

No es nuevo tampoco que Helena Ramos desde hace años se dedica, entre otras cosas, a rescatar y reivindicar el lugar de las escritoras en la literatura nicaragüense; en especial las marginadas, y esto, confiesa: “por llevar la contraria. Además de eso, viene de la solidaridad y la sororidad. Del marxismo y del feminismo”.

Este conjunto de poemas titulado Huerto cerrado, que Ramos recopiló, representa una ardua labor de investigación, lectura y estudio. Aura Rostand es ante todo una poeta del amor, pero también de “retratos literarios de muchachas de su tiempo, poemas necrológicos, patrióticos y religiosos (no místicos)”.

Sean bienvenidos y bienvenidas a esta conversación sobre la poética de Rostand, sobre “la mano pachona” de la edición, el canon, las contradicciones y la relativa mejoría de la situación de las escritoras en la Nicaragua de ahora.

Eunice Shade: Este es prácticamente un descubrimiento arqueológico importante para Nicaragua… ¿Cómo llegaste a Aura Rostand? ¿Cómo la descubriste?

Helena Ramos: –Desde hace años me interesan las escritoras que forman parte de la “epopeya de las olvidadas”. De algunas se conoce solo el nombre; de otras, unos cuantos textos; las terceras publicaron libros, pero dar con ellos es toda una hazaña; y todas comparten el olvido y la marginación.

La figura de Aura me llamaba la atención desde hace una década, pero tuve acceso a una cantidad significativa de sus poemas solo en 2013, gracias a Luis Bolaños-Salvatierra, quien, investigando a Salomón de la Selva, encontró numerosos escritos de Aura y los compartió conmigo. Impresionada, empecé a buscar yo también, y así surgió “Huerto cerrado”.

ES: ¿Cuánto tiempo pasas en las bibliotecas?

HR:– No sabría cuantificar, pero no soy un ratón de biblioteca, ¡sino toda una rata! Frecuento a la del Banco Central de Nicaragua, donde trabajo, la del Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica y la Nacional; en esta última hallé varios poemas de Aura, y en la del IHNCA, algunos datos para su biografía que está lo que se dice “en construcción” porque todavía se sabe muy poco sobre su vida.

ES: ¿Con qué criterio ordenaste la selección de su poesía?

No es una selección; el libro engloba todos los textos literarios que he podido recopilar. No incluí los artículos periodísticos.

Estoy clarísima de que los poemas son desiguales en el aspecto estético, pero quise dar a conocer el total de la obra de Aura Rostand, debido a su valor histórico (aunque Harold Bloom no esté de acuerdo).

El criterio es cronológico-temático. Quería que reflejara la evolución de Aura como poeta.

ES:¿No crees que haberle modernizado la ortografía le resta voz propia?

HR:–Según mi criterio de editora, la ortografía arcaica más bien estorba en la lectura. Si fuera una edición faximiliar, sería otra cosa. Conservaría todo, incluyendo las erratas.

ES: Como editora, ¿Qué tanto de vos dejaste en este trabajo?

HR:– Mucho. Detrás de varias notas a pie de página hay una larga búsqueda de información. Gestiones y reflexiones.

ES: ¿Huerto cerrado es el libro que Aura “decía que tenía”, más tus añadiduras… o es uno completamente nuevo? ¿Hasta dónde llega “la mano pachona” de la editora?

HR: –Del libro original solo me llegó el título. No creo que el contenido del Huerto cerrado que se publicó en 2013 sea igual a los del poemario original de Aura. A lo sumo, habrá coincidencias.

En cuanto a la “mano pachona”: cambié una única palabra en más de 150 textos, pero la estructura del poemario es totalmente mía.

ES:¿A quiénes más consideras parte de la “epopeya de las olvidadas”?

HR: –La lista sería larga. Mencionaré solo a algunas: Rita y Ventura Mayorga, ambas bisabuelas de Rubén Darío; Josefa Ortega de Lezcano, probablemente, la primera nicaragüense que había publicado un poema bajo su propio nombre; Mercedes Bermellón, mencionada en un artículo periodístico en los años 90 del siglo XIX; Blanca del Valle (seudónimo de María L. viuda de Tuggle), contemporánea de Aura Rostand; Carmen Sobalvarro, la única que formaba parte del Movimiento de Vanguardia…

ES: ¿De dónde nace tu interés por las marginales?

HR:–Tal vez, del deseo de llevar la contraria a las “voces autorizadas”, de preguntarse siempre qué hay más allá de lo conocido.

ES:¿Crees que el “canon” es una cuestión política? ¿O qué criterios se utilizan para el mismo?

HR:–La política interviene en el canon de diversas maneras. En teoría, nada impide a una leer y apreciar la obra de tal o cual autor o autora, pero cuando un texto resulta difícil de localizar, la mera búsqueda se vuelve un reto. La publicación de textos o de libros, la inclusión en antologías, incluso la cobertura mediática inciden en la entrada al canon, y los factores políticos inciden a su vez en todo lo antes mencionado. Harold Bloom sostiene que el canon lo forman los propios artistas creadores, pero preguntémonos qué o quién o quiénes inciden en el modo de pensar de los creadores en cuestión.

ES: ¿No te parece que algunos de los textos de Rostand son “lugares comunes” del modernismo masculino heterosexual? Al menos a mí me lo pareció.

HR:– Sí, hay lugares comunes y estrofas desafortunadas, de sentimentalismo más rastrero, como, por ejemplo, esa: “adiós, pajarito mío, / de pesar me moriré…”. Aura no era una poeta de gusto impecable.

ES: En tu presentación a Huerto cerrado escribiste que Rostand es “modernista en unos poemas suyos, posmodernista en otros, en los escritos mejor logrados revela su destreza en el manejo de la métrica, riqueza metafórica e intensidad emotiva. Incluso en los desaciertos logra un acento personal, reconocible”. Me preguntaba si te referías a “modernista” como imitadora de Darío.

HR: –La impronta de Darío se percibe en Aura, pero no se trata de una imitación servil. Comparte el gusto por lo vistoso y exótico, por la pedrería refulgente (propios de cierta etapa dariana) y por la variedad de métricas.

ES:¿El acento personal es más importante que los desaciertos literarios, por qué?

HR: No afirmo que el acento personal sea siempre más importante. Empero, cuando los desaciertos son la consecuencia de búsquedas, tienen su mérito.

ES: ¿Era común en la vida de pueblo escribir poemas a las amistades, a las hijas-hijos de amigos, a la muerte de alguien etc.? ¿Se ha perdido esa costumbre? Es decir, la poesía como registro de efemérides o eventos sociales.

HR: —Era algo muy común, y no solo en Nicaragua. Pushkin y Darío (menciono a dos lumbreras) escribían poesía de álbum. Eso se perdió ahora, y no sé si alegrarme o lamentarlo.

ES:¿Debe ser la poesía autobiográfica?

HR:–Creo que en una gran medida sí. Ella misma lo admitía.

ES: A pesar de sus desaciertos encontré adjetivos interesantes como “Mil y una nochescos”…

–En efecto, es un neologismo acertado.

ES: Hay mucha tristeza y desasosiego en la poesía de Rostand, ¿crees que sea un tema, o una vivencia personal?

–Las dos cosas. Por un lado, la tristeza estaba de moda, y eso debió haber influido a Aura. Por el otro, la vida de ella no era precisamente fácil. Limitaciones económicas (en especial, después de la muerte de su padre), enfermedad (no se sabe de qué padecía, pero el Ministerio de Instrucción Pública le financió un tratamiento), amores complicados, la muerte de su primera hija… Y la situación política de Nicaragua no dejaba de preocuparla. Total, le sobraban los motivos.

ES: ¿Notas algún conflicto religioso en su poesía? Me llamaron la atención las dos “Dudas”.

HR: — María de la Selva era una persona muy religiosa (si bien su poesía religiosa no es, a mi juicio, la mejor lograda). Trataba de ajustarse a lo que la Iglesia católica de su época predicaba como el deber sagrado de la mujer. Sin embargo, el ajuste nunca fue completo. Sus necesidades psicológicas entraban en contradicción con las disposiciones de la Iglesia. Muchas de sus amistades olían a azufre, pues eran ateas; otras amistades suyas eran feministas activas… No he percibido ese conflicto en su poesía, mas, sin duda alguna, hubo conflicto entre lo que ella creía correcto y lo que vivía en realidad.

ES: ¿El poema “Amelita Ruiz”, está inspirado en Margarita Debayle?

HR: –“Margarita, está linda la mar…” es un cuento en verso, con un argumento claramente perfilado. “Amelita Ruiz” es un medallón poético. Ambos comparten la estética modernista.

ES:¿Por qué se cambió el nombre? ¿Para que el patriarcado no la reprendiera?

HR:– Es posible que decidiera usar seudónimo y mantener en secreto su identidad durante unos dos años temiendo ser desacreditada por dedicarse a algo “impropio para una señorita”. En ese entonces, el culto a Darío y al “Divino Arte” se combinaba perfectamente con el sexismo. Escogió el seudónimo en tributo a Edmond Rostand, autor de “Cyrano de Bergerac”, personaje a quien María admiraba mucho.

ES:¿Por qué se fue del país?

HR:– No se sabe por qué se fue. Casi todos los De la Selva, excepto Evangelina, se fueron de León a México. En el caso de Aura, es posible que los motivos políticos se combinaran con los personales, pues ella se divorció de su esposo, Asdrúbal Ibarra, y quizá quería cambiar de aires.

ES: Helena, ¿Cómo es que había sido cónsul en Estados Unidos, y admiraba a Sandino, y era anti-intervencionista? ¿No es esto para los más radicales contradictorio? Igual su esposo, graduado en el mismo país.

HR:– Es hasta cierto punto contradictorio. Sin embargo, Aura fue nombrada cónsul debido a su trayectoria de poeta, creo que ni la cancillería esperaba de ella grandes gestiones diplomáticas. Por otra parte, ser antiintervencionista no necesariamente implica animadversión hacia los EE. UU. Diego Rivera y Frida Kahlo, mucho más radicales en política que Aura, pasaron una temporada en los Estados Unidos.

ES: Háblame de la relación con Frida y con Eunice Odio.

HR:– Hay una foto en la que Aura aparece con Alfonso Arana (actor), Diego Rivera, María Félix y Frida Kahlo. De acuerdo al testimonio de María Manuela Sacasa de Prego, sobrina de Aura, Rostand frecuentaba los círculos de actores y artistas plásticos de México y era amiga de varios personajes conspicuos. Ella pregonaba a los cuatro vientos que “no era feminista sino femenina”, pero sus amistades siempre fueron nada convencionales… Dime con quién andas y te diré quién eres.

Como no he tenido acceso al archivo de Aura ni a todos los artículos periodísticos que publicó en México, no podría decir si se relacionaba con Eunice Odio. No me extrañaría si así fuera.

ES: ¿Dónde está enterrada?

HR:–¡Quisiera yo saberlo! La familia no ha proporcionado este dato. Es más: todavía no sabemos el año exacto de su muerte, acaecida a finales de los 50.

ES: A propósito de la marginalidad de Rostand…¿Consideras que la situación de las escritoras mujeres ha mejorado en Nicaragua? ¿Por qué?

HR:– Ha mejorado muchísimo en comparación con la del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, cuando las escritoras eran vistas como raras y vagamente sospechosas y el sentir general se expresaba en el perverso dicho “mujer que sabe latín no tiene marido ni tiene buen fin”. No hemos alcanzado la equidad ni mucho menos, pero ahora el desequilibrio no es tan absoluto. Sin embargo, diría que la situación ha empeorado en comparación con la década de los 90 e inicios del siglo XXI, porque en ese tiempo las escritoras emergentes eran muchas y notorias. En cambio, entre los autores emergentes actuales, cuyos años de formación corresponden a la década de los 90, casi no hay mujeres y las que están presentes son poco visibles. A estas alturas, nadie prohíbe a mujeres escribir y publicar, pero hay algo interno que les impide hacerlo. ¿Será que no se atreven a matar al Ángel del Hogar o, al menos, dejarlo noqueado?

ES:¿Cómo lograr el balance y la justa crítica entre escritoras y escritores en Nicaragua?

HR:– Casi todas las reseñas literarias son escritas por varones. Si no nos encargamos de estudiarnos y de visibilizarnos, nadie más lo hará. No podemos obligar a los machos a respetarnos y ser justos (al menos, no en el ámbito de la crítica literaria). La violencia simbólica no aparece tipificada en la Ley 779 y casi todo el mundo la ejerce sin darse cuenta. Es algo que no se puede erradicar por vía jurídica. Pero nosotras sí debemos aprender a respetarnos.

Algunos de los pasos para lograr este balance es tomarnos en serio estudiando a fondo y promoviendo la obra de escritores y practicar –y no solo predicar– la sororidad. Por ahora, para ser iguales debemos ser mejores. De preferencia, mucho mejores (con eso no pretendo decir que seamos “buenas”, es decir, complacientes; todo lo contrario).

Nota: Huerto cerrado es una publicación del Banco Central de Nicaragua (BCN) y es sin fines de lucro. El poemario puede ser consultado en línea en la bibllioteca del BCN.

Zeitgeist Enero 2015

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Eunice Shade


La reflexión se inicia a partir de “El golpe bajo de la pobreza”. Y bien bajo, pero no por eso menos cierto. Antes de llegar a esa idea, quiero empezar planteando la problemática que observo en las burbujas artísticas y literarias de la Nicaragua actual. No sin antes aclarar que una entra a la región del pensamiento con ánimo científico. Es decir, que así como en ocasiones anteriores hemos abordado temas tabúes en el arte y la literatura, así mismo se deberán abordar otros temas de interés para el desarrollo de las artes (sean visuales o escritas) en Centroamérica. Conviene tomar en cuenta la movilidad del pensamiento, ya que el mismo no es estático: gira. Captar la razón en el tiempo es además el arte de pensar; captar cada giro de esa “maquinaria” que llamamos pensar. Y no es teoría, sino hechos demostrados desde los griegos, pasando por Copérnico hasta la hora que señala el reloj en este momento.

Lo aclaro porque hay gente en Nicaragua que todavía cree que “la teoría de la relatividad es invento de Einstein”, lo que claramente demuestra la falta de lectura, de historia, de filosofía, de espíritu investigativo. O dicho en otras palabras: El marco referencial es pobre: los referentes están (des) gastados, y evidentemente esto se explica con la imagen de la bicicleta estacionaria: el artista se mueve y mueve “produciendo o creando forma” pero no avanza. El trabajador trabaja y trabaja pero su salario nunca asciende; y pese a que se produce “forma infinita” la base continúa igual. Esta es una vieja discusión literaria: tanto Quevedo como Cintio Vitier, por mencionar dos, apostaban por el juego o renovación conceptual; otros optaban por conceder poder a la recepción dentro de un marco espacial-temporal cuyo ejemplo conveniente es Pierre Menard. Y ojo cuando cuestionan pares como “forma infinita” o “lenguaje único”, porque así como el tonto piensa que “Einstein inventó la relatividad” y olvida el “You cannot step twice into the same river”de Heráclito, el artista ciego se creerá “original” sin conocer su pasado o peor aún, la amplitud (de burbujas) del presente. De ahí que estar encerrado en una burbuja sea negativo, porque será más “original” quien tenga presente que: “Those who cannot remember the past are condemned to repeat it”. Tal advertencia es aplicable a la idea y la forma del arte y la literatura. Reformulemos a Churchill: quien no conoce la amplitud y diversidad de su presente, está FU#%/&.

Regresemos al giro y repasemos grosso modo: La lucha feminista empieza reclamando igualdad. Luego, construcción a partir de la diferencia. Ambas sobre la misma base. Es hasta con Judith Butler (digamos que ella es una de las caras públicas de autoridad en el tema) que se empieza a cuestionar la naturalidad del género. La analogía es sencilla: si se cuestiona la naturalidad del género, es viable cuestionar la base referencial que ha dado “forma” al arte y la literatura desde el 1924 Europeo en adelante. Básico para demostrar cómo el pensamiento feminista, post-feminista ha ido cambiando, girando, dando una vuelta de 365 grados, con sus días y noches y se encuentra ahora en un punto exacto de exploración. Al pensador o la pensadora le interesanlas fases,  las fotografías de las curvas del girode dicho mecanismo racional y sus aspectos derivados para entender cómo y qué tipo de razón es la que opera en esta manera que tenemos de nombrar al pensamiento en el tiempo.

Entrando ya en la problemática artístico-literaria, en primera, nos topamos con la pose idealista y romántica de creerse “un Dios frente a la página blanca o el espacio artístico”; “creerse Dios al crear es una actitud medieval porque se crea desde “el creerse Dios” y no desde el “asumirse humano”, es decir que el “yo-artístico-creador” es teocéntrico y no antropocéntrico. Saque usted sus conclusiones respecto al estado en que nos encontramos.

En Nicaragua se crea, salvo patafísicas excepciones, sin  reflexionar desde la filosofía preguntas elementales, y en especial sin tomar en cuenta nuestra vulnerabilidad ante la cita inevitable, al estilo de Quevedo, con la postrera. En este sentido, el aislamiento absoluto no es productivo. Si bien uno debe cuidar las raíces que lo sostienen, no se puede olvidar que vivimos en una aldea global, que ambos conceptos se retroalimentan y complementan. El aislamiento produce mal entendidos. El claro ejemplo es que se menciona la palabra “cultura nicaragüense” y automáticamente muchos piensan solo en “folklore”. Es decir que la forma de asociar funciona en ambas burbujas a través de viejos estereotipos. Léase bien que digo “viejos” dando pie a abrir otra discusión sobre “los nuevos, los actuales”, porque así cómo hay cambio de paradigmas, hay también cambios de estereotipos, y sin embargo tanto los machistillas como los snobitos lo ignoran. Es lamentable que a estas alturas se reduzca y circunscriba “la cultura” a un territorio homogéneo e invariable. Sobre todo después de una revolución en las telecomunicaciones. Este “desentendimiento” puede entenderse a la luz de la copa de John Edgar Rubin o la del conejo-pato que trae a colación Raman Selden en el contexto de las teorías de la recepción: “T. S Kuhn ha demostrado que, en ciencia, la aparición de un ‘hecho’, depende del marco de referencia en el que se mueve el observador científico” (127).  ¿Te sigues moviendo en el mismo marco referencial de siempre? ¿Es este marco tradicional por el que mides “el grado de novedad” de tu trabajo?

Hagamos un traslado de la idea anterior y postulemos que la aparición de una obra artística o de un texto literario depende del marco de referencia del artista o del escritor (a). Esto significa que “los blancos” o “los referentes” en Nicaragua siguen siendo de antaño. La supuesta creatividad está subordinada a estos “blancos”, todo gira en relación a ellos, y una se pregunta hasta qué punto puede medirse “el grado de novedad” si no se ha logrado salir del aislamiento, de la bicicleta estacionaria que solo cambia de colores y a la que se la agregan calcomanías, cajillas… y aún así se encuentra suspendida en el tiempo: No avanza.

Hasta qué punto puede medirse “el grado de novedad”, “el grado de provocación”, “el grado de transgresión” si sobre el ambiente se percibe la “manipulación arbitraria del conocimiento” únicamente para consolidar grupillos de poder, para quienes hacer cultura es únicamente hacer política. ¿Desde dónde observa el hipster-artista-escritor que automáticamente asocia ‘cultura nicaragüense’ solo con folklore? Observa desde el estancamiento de un viejo poder que ha subestimado la vena indígena desde “el principio”.La mirada de este artista-escritor está fija, inamovible, repito: estancada. Esto posee otra explicación: Si el proyecto de país que es Nicaragua no ofrece condiciones de desarrollo, ni beneficios para ninguna clase sea “cool” o  “popular” (y ninguna en general) es lógico que se sientan más alemanes, franceses, noruegos, daneses etc. que nicaragüenses. El problema es que no son alemanes, ni franceses, ni noruegos, ni daneses. Y al desconocer la historia ignoran (niegan?) el elemento europeo que integra parte de la mezcla que es ‘ser nicaragüense’. Highlight: porque en Nicaragua no sólo se habla español, también inglés criollo y otras lenguas minoritarias; algunas ya (casi) en extinción como el rama. El punto, sin menoscabar ninguno de los ingredientes que componen la mezcla, es que la ‘cultura nicaragüense’, como han señalado varios intelectuales: es diversa.

Parte de este atraso y estancamiento se refleja en el proceder evaluativo: La realidad se mide, se juzga con el péndulo “del bien y del mal” como si estuviésemos atrapados en un cuento de Lovecraft o en el Caín de Lord Byron. O en un cuento de Adán y Eva dónde “esto es lo bueno” y “esto es lo malo”. Quizá en este sentido el pensamiento filosófico oriental se perfila de avanzada, y sobre esa base es justo preguntarse si el arte o literatura puede prescindir del “conflicto”. Existe una necesidad del “conflicto artístico o literario”; es común escuchar “tiene que haber una lucha para que haya arte”.

No puede haber sosiego, tranquilidad, observación, cuestionamiento de la naturaleza humana sin juzgarla, o mejor dicho la “idea de contemplación” es excluida de este arte-lenguaje cuyo eje central, cuya piedra filosofal es la insatisfacción y la ambición, e insisto: y no el desasosiego. Insatisfacción y ambición que serán entendidas como “masculinas”, ya que “la pasividad” es asociada por ellos a “lo femenino”, ende discriminada. Y que conste que no ha sido así en el pasado de otras culturas. Y eso es precisamente lo que sorprende: “los pasados avanzados”. Es justo aceptar entonces que la amplitud del campo referencial modifica la lectura y la interpretación del texto y de la obra de arte.

“La filosofía de la Gestalt sostiene que la mente humana no percibe los objetos del mundo como trozos y fragmentos sin relación entre sí, sino como configuraciones de elementos, temas o todos organizados y llenos de sentido. Los mismos objetos parecen distintos en contextos diferentes y aún, dentro de un mismo campo de visión, son interpretados de distinto modo según formen parte de la ‘figura’ o del ‘fondo’ (128). La Gestalt parece redescubrir el “agua helada” aristotélica: hay un sexto sentido que une o conecta la imagen como un todo. La poca memoria lectora (de Selden) es lo sorprendente. El limitado campo referencial de los artistas y escritores en Nicaragua es también sorprendente. De ahí que en una burbuja aislada “todo parezca novedoso”. Y ojo, que “lo novedoso” lo es en tanto se vincule al poder y el poder es $$$. El ejemplo es claro: Lo novedoso para los escritores y artistas machistillas en Nicaragua se limita a la lista de libros que cada mes promueve el hit-pared del mercado de literatura light para hacerle la bolsa a los libreros. La aspiración estética es escribir al gusto acartonado del mercado. Por eso "El misterioso giro de la curva" debe leerse también como una crítica a la doble moral, a las poses tercermundistas de estos grupillos literarios. Critican a los escritores nicaragüenses inscritos en la planilla del mercado por sus obras clichés, planilla de nombres disco rayado, pero vaya ¡qué contradicción! Si se los encuentran en la calle se derriten, se toman fotos con los mismos y en el fondo aspiran a ser como ellos, y no apostar por una identidad subversiva. La contradicción es la máscara, el antifaz, el juego de hipocresía en que se traban. A algunos, el mercado fálico les da vuelta y les engaña. Porque nadie levantará la voz contra las 30 millones de copias vendidas de 100 años de soledad que escribió unos de“los machos del boom”. Vendidas, no sabemos si leídas, mucho menos entendidas. Nadie se preguntará por qué no se ‘veneran’ obras producidas por mujeres durante el boom. Seguramente porque las mujeres no escriben nada bueno, ¿verdad? Todos comprarán cuentos de Cortázar que no entienden únicamente porque el mercado así se los dicta. Detengámonos en esa disyuntiva. Hay best-sellers como García Márquez, que aunque ya aburra, serán de calidad y hay otros que no. Saber identificarlos, tener olfato es el quid.

El hecho que los autores del género de auto-ayuda arrasen en las ventas solo es un síntoma de la profunda soledad y el estado de miseria espiritual en que se encuentra la mayoría. Es alarmante no solo en sentido literario, sino humano; sobre todo humano. ¿Tan desesperanzadas se sienten las personas que al no encontrar apoyo en el otro… lo buscan en libros de esta naturaleza? Al parecer y por lo que refleja la cartelería y comentarios facebookianos estas obras sí son leídas, o al menos más comprendidas que los cuentos de Cortázar. La lógica y la pregunta a la contra-cultura latinoamericana continuadora de la ‘la movida madrileña’ va de la siguiente manera: Como estas personas no poseen tu “alta cultura” para deleitarse con ‘tus geniales’ gustos... ¿no valen nada? Si uno de los trabajos del escritor-a es observar la realidad. Y lo voy a repetir : No se trata de si es “malo o bueno” porque no es catecismo, se trata de acercarse a los hechos con ánimo científico y sin crítica impresionista o religiosa, ya desde el siglo pasado en decadencia. Y como Nicaragua todavía es una temerosa provincia ‘virreinal’ evita y limita la reflexión literaria amplia, cortando el ejercicio del libre pensamiento.

Disyuntiva que me planteo yo como mujer y escritora y que seguramente los machistillas oportunistas y plagiadores repetirán camufladamente y con otras palabras en las redes; común actuar delictivo de los hombres: invisibilizar a las mujeres en todo. ¿Para quién se escribe? ¿Hay lectores preparados en Nicaragua? ¿Si los buenos lectores están afuera…. cómo se deben contar las historias de mi país? ¿Quiero contar historias de mi país? ¿Sí, no, por qué? La respuesta se encuentra en las estadísticas y en aquella conversación latinoamericana de “hay escritores para lectores, hay escritores para cierto tipo de lectores, hay escritores para escritores”. Ese es el gran vicio que perjudica el panorama literario de Nicaragua, que los lectores rutinarios son los mismos escritores, eso genera el círculo vicioso del compadrazgo y la ausencia de una crítica literaria objetiva. El grado de corrupción cultural es tal (salvando raras y contadas excepciones) que los promotores culturales, editores dueños de negocios e imprentas o editoriales: ¡Son los mismos “escritores”! Y no es que no se pueda  actuar como el paradigma del hombre multifacético/renacentista… es que por lógica, la concentración de poder generará corrupción siempre. Acton dixit: “El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.Es matemática pura. Y pese a que me he tomado la libertad de dialogar, retomar y contradecir para reconocer y debatir a Beltrán Morales, hay que reflexionar y escribir de todo, hasta de los tabúes, porque una debe entrar al territorio de la escritura con ciencia, sobre todo desde el pensamiento legítimo de una mujer. Palabra escrita es palabra escrita y entre más se la conozca en sus vertientes, más dominio de la misma. Pero la estrechez mental de los profesores novatos prejuicia, perjudica e imposibilita que los estudiantes abran su mente para que confeccionen su identidad con criterio propio, no con misoginia impuesta o inducida. La prueba está en la réplica de mujeres-machistillas; abundan y eso es deplorable: el machismo en la mujer.

Decía reflexionar desde la filosofía “el ser humano: hombre o mujer y el oficio de crear”, y sus múltiples formas. Por mi parte, pienso en la teoría chomskyana, en su idea de creatividad desde el lenguaje. Mi respiración, mi país y mi mundo no me son ajenos. No creo en la obra de un artista o escritor que no investigue y no se plantee estos asuntos en serio, en especial cuando se trata de crear.
Y también lo siento muchísimo por los escritores y escritoras de países más ‘desarrollados’ que consideran que “hablar de pobreza en literatura es un golpe bajo”; esta idea se me ocurre a propósito de un recuento sobre la reciente literatura argentina que Damián Tabarovsky publicó en Letras Libres el año pasado. Lo siento en el alma, en primera porque mi contexto es diferente y en segunda porque tapar el sol con un dedo y ocultarme la herida en la batalla al estilo de los héroes baratos de Hollywood como Russell Crowe en Gladiador, sería traicionarme a mí misma y negar uno de mis rasgos identitarios.

Nicaragua, su geografía, su sociedad, su calidez y el poco presupuesto para educación que formó mi sensibilidad inicial, de la que tengo memoria, y a la que no deseo olvidar nunca, marcan una diferencia.
Si bien es cierto provengo de un país injusto, excluyente, corrupto, un país que a veces me da por creer que no me ofrece nada más que dolor y vergüenza: esto ya lo escribí antes: ser ‘ciudadano’ nicaragüense no es garantía de nada, pese a eso, agradezco a esa Nicaragua desconocida, que en la penumbra se la rebusca a como puede, a la intemperie, sin la protección de nadie, íngrima, pero que no le falta fuerza para abrirse al sol cada mañana. Lo siento en alma, pero no. Porque no voy a aparentar para complacer, ni a quedarme en la zona de confort haciéndome de la vista gorda. 

Capital del dolor de Paul Éluard en J. L. Godard: Alphaville.

Entre la razón y la intuición rebelde

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El artista revela su alma desnuda en su obra y esa evidencia queda plasmada en el libro Espesura del Deseo (ED) de la escritora Eunice Shade (ES), quien con una militancia heterodoxa y rebelde se aventura con estocadas certeras a la ortodoxia académica y su complicidad con el poder.
El ejercicio de desnudarse hasta el alma sin máscara, desenmascara a los otros egos ocultos en sus parafernalias, porque la “narradora no es muy diferente de ustedes” (ES). Esa convicción basada en la honestidad le da una contundencia a la obra que estalla como granada en las poses artísticas del oficialismo.
ED es el retrato hablado de una mente que busca, a través de la escritura, sus estados anímicos más oscuros y más claros emprendiendo un viaje hacia su ser interior para salir airosa e interpretar la realidad con herejía. “Tales herejes –que suelen ser los mejores creadores – buscan sus heréticas intuiciones o razonamientos en el refrendo de lectores sin cátedra ni púlpito” (Savater).
En esta obra se desarrolla el proceso del pensamiento a través de la razón como creación de identidad y el de la intuición como un proceso lúdico e irónico que da por sentada la inteligencia mutua y cómplice entre escritor y lector.
La filosofía hace gala en esta obra y la poesía es el instrumento destinado a la comprensión y estimulación de los sentidos, ya que en sus ensayos encontramos sintetizadas sus ideas y en sus experimentos la percepción intuitiva como algo que acontece en puntos suspensivos.
ED rompe con altanera disonancia y se distancia de la prosa frita y sus refritos ofertados hasta el cansancio actualmente en los mercados literarios nicaragüenses con sus condimentos “formales”.
En esta obra la forma es el fondo, es la sustancia Omega3, influenciada sin sometimiento en la prosa poética de Manolo Cuadra y en la excelente asimilación de los recursos de la ironía, el sarcasmo y el humor beltraniano donde está prohibido el aburrimiento y se promueve la ludopatía en el bar “Uno de esos que tanto te gustan…” (ES)
La escritora desmantela desde sus líneas las avenidas de Hollywood y el plástico del mundo súper modelado y vacío con sus héroes de falos falsos, inflados de hormonas y de mitos, como el caso del wiki-héroe de los snobitos, Julian Assange, “el soplón más sexy del momento.” “Note, por favor, las comillas.” Advierte la autora denunciando los colmillos del amarillismo y su penoso espectáculo.
Por eso, desde las ventanas cibernéticas, la autora nos señala las realidades históricas y sus falsas consignas, consignadas en una aldea global donde algunos escritores de nuestro paisito juegan a estar y no ser o peor aún a imitar en una jaula de monos propalando nuestro angú, angú, desde el lenguaje infante y no es que ella pretenda cometer un infanticidio si acaso un poeticidio por circular fuera del núcleo de las palabas en un ambiguo “palabrerío sólo para decir una cosa.” (ES)
Otro elemento importante de destacar en esta obra es la posición del sujeto frente al poder que desarrollara Foucault, en el caso de la autora lo desdeña desde las relaciones humanas y se rebela desde la marginación creadora:
Contra el sexismo imperante y su patriarcado bestializado, el gobierno, las instituciones no gubernamentales prostituidas al mejor postor y contra el desfile de moda de emperatrices sobre la alfombra roja que humillan al “Peón, capaz también de amenazar y matar a la realeza con sus humildes e imprevistos pasos.” (ES)
Esta obra, provista de una fuerza poética, se aleja del ejercicio de imitar tan común en nuestro país y con una voz auténtica nos seduce desde la razón, clave del pensamiento que nos permite dirimir nuestros conflictos internos, puesto que el pensamiento no nos lleva a un laberinto de ideas sin razón.

De por qué amo a Godard

espiral ascendente

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parteaguas
hito
antes y después
renovación
surgimiento
nueva tinta
espiral ascendente
(en crítica constante)
hacia arriba en vuelo limpio
cuidado con la enumeración
el plagio y el gato por liebre literario.
(no busquen la aprobación ni la aceptación de nadie)
Por aquí www.euniceshade.net nos vemos


Stories

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And after all... here we are. My stories in Washu Washu. Bilingual Edition. 
Made in Managua, Nicaragua, Agosto, 2016.







Los días de Casi Literal

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Con entusiasmo recibí la invitación de Alfonso Guido para participar en el blog de autores centroamericanos “Casi Literal” años atrás. Me pareció (y me sigue pareciendo) una iniciativa de intercambio necesaria para la región. Gracias al blog, me informé de otros autores como Rubi Veliz-Catalán, Leo de Soulas, Estuardo Prado, entre otros que con su pluma producen pensamiento y literatura comprometida que llama al despertar de la consciencia. Deseo que el blog siga creciendo en autores y lectores; que no se desanimen ante la superficial oferta de un mercado cada vez menos interesado en la filosofía, la ética, la historia, porque Dios, presente en todo, es la escritura misma. La creación sobre  el dashboarddel blog o sobre la página blanca sigue siendo símbolo de esperanza. Por lo aprendido, lo compartido y por las diferencias, reciba Alfonso y el equipo las muestras más sinceras de mi agradecimiento.
Cordialmente,

Eunice Shade

Vuelta a mi balcón

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Angelus Novus, Paul Klee



Dedicado a los viejos amigos que ya no están

Eunice Shade

En el otoño escucho el pulsar de mi aorta. Veo ese hálito de luz que es la vida. Pienso en cuando me miraban y pensaban en voz alta como los abuelos: “vos no sabés aún”; y era verdad: no sabía y esa parte velada de mí era feliz y contradictoriamente pura. Sabía sí, que tenía miedo a formar una familia porque mis abuelos habían muerto prematuramente en trágicos accidentes. Crecí pensando, y todavía lo siento así: que mis bisabuelos de ochenta años eran mis padres. La primera imagen que tuve de mí fue ser una viejita, entonces las arrugas, las manchas, los lunares, la caída del pelo, la resequedad, las fuerzas menguantes se me hacían hermosas porque esa era, esa es la primera imagen del amor que tuve. Papa Euclides murió cuando tenía tres años y nos quedamos la viejita y yo rezando todas las noches, escuchando ese tono de voz de la Fe que se quiebra ante el poder de Dios contra el que nada podemos. Como un viento transparente mi espíritu se llenaba de esa voz, del tono de entrega como si Dios me mostrara mi vida por el final. Así lo he sentido hasta hoy. Luego empiezas a caminar, a husmear los rincones de la casa, a pensar en el hecho de que tienes otros padres, más jóvenes, pero no vives con ellos. Miras las familias de tus amigos en el colegio y aprendes lo que es una diferencia. En un mundo que proclama la igualdad te sientes diferente. Te sientes viejita sin ser viejita, caminas a ese ritmo suave y cuando juegas con tus amigas corres al extremo de la velocidad sin saber que tu pulsación de vida se acelera, luego vuelves a casa y tu pulsación de vida es un remanso, como un lago tranquilo que espera paciente el día que habrá de marcharse. Creces escuchando: “algún día ella va a morir y no se sabe qué va a ser de vos”, sos una niña y creces al borde de un precipicio, sin caer en el precipicio, porque sabes que si mamita muere todo habrá muerto para vos. Y mamita es muy vieja y encorvada y su pelo es escaso, finamente blanco y hay que ayudarle a caminar. Mamita es débil físicamente pero muy fuerte de espíritu y de mente lúcida. Te recuerdas arrugar la cara, ver al cielo sintiéndote a merced de una fuerza que desconoces y pedirle: “Haz que ella no muera hasta que aprenda a valerme por mi misma”, quizá ella lo habrá pedido también. Entre ella y yo lo pedimos a Dios, y Dios cumplió. No tenía diez y ya me preocupaba de la muerte. ¿Habrá un instinto de muerte a como hay un instinto de vida? Algo hay en la mirada de las personas que viven al borde de la muerte o con el plazo de la muerte misma en el cuerpo, es como una sombra que los recubre, unas ojeras que hablan de más. Sabes que quien tiene certeza de muerte camina diferente por la vida. Crecí en el umbral de la muerte, ¿es posible crecer en el umbral de la muerte sin morir? ¿Acaso seré un ángel que anuncia la muerte? Si Dios me enviara una sentencia de muerte, nada cambiaría para mí, quizá mi semblante se recubriría de una tristeza inconsolable, guardaría silencio, seguiría levantándome por las mañanas, bebiendo café y estudiando. Quizá habría días en que no pensaría en morir. No aceleraría nada, sólo dejaría al tiempo pasar. En las noches se me haría un nudo en la garganta por no poder tener mi propia familia, mis propios pollos a quien echar las caras migas del fruto de mi trabajo. Habría días de rayos y tormentas en mi mente, días en que buscaría la espesa sombra de un árbol frondoso y sola, entre el día y yo, entre la noche y yo me llovería toda sobre la tierra, como una planta solitaria. No necesitaría más testigo que mis lágrimas y yo, como si mis lágrimas tuviesen vida propia, como si ellas escondieran el lenguaje de un océano. Al día siguiente pronuncias ‘papá y mamá’ y ambas palabras no significan nada para vos porque papá y mamá para vos se dice “Papito Euclides y Mita”, y ese es ya otro universo. Se parece pero no es igual. Me pregunto cómo se verá una pareja de ancianos de ochenta años con una hija de 1 año. ¿Cómo nos miraba la gente? ¿Qué habrán pensado de nosotros? Para mí fueron los días más felices de mi vida. Cuando la sensibilidad de los ancianos es quien te cría, su fuerza radica no en el cuerpo, sino en la sabiduría con que se mueven y las precauciones que toman al acostarse, al levantarse, antes de comer. Seguro cuando me bañaban y me ponían en la cama a secarme con la toalla, pensarían lo mismo que pensé yo cuando bané a mi sobrina, Toyita: ¡Que niña más bella. Es un privilegio tenerla en la casa! ¡Qué gran distancia de tiempo entre mis papacitos y yo! Abría los ojos en las mañanitas y lo primero que veía era a ellos dos alistándose para empezar la semana. Era ínfimamente chiquitísima.
Los niños tienen esa mirada de eclipse. Pienso que la mirada crece y se va develando hasta que el eclipse de sol es total y te descubres por completo. Al principio duele un poco porque sabes lo que vale el no-ver. Pero al ver en medio de mi dolor también extiendo mis brazos, me abro al Altísimo y una capa de rocío que emana de mí me protege, me fundo en mis propias gotas, en mi propio aire y otra vez un cintillo de vientos alisios se posa en mis ojos como antifaz y no veo y sonrío. ¡Qué hermoso es cerrar los ojos en la belleza desaliñada de la infancia! Cuando la única preocupación es espulgar la comida y no comerse los vegetales. Esta vez, esta tarde de noviembre me invito a no-ver. Porque cuando no-veo, veo también a Dios. La infancia es una marca en nuestro ser. Es la patria añorada de los raros ángeles de Rafael Alberti. De la ruta sagrada de esos años nos sacan de la pecera y nos libertan a las aguas salvajes de la vida, y ya de treintona te empezás a preguntar: ¿Cómo te miraban tus amigos en esa época? Tengo la sensación que ellos sabían algo que yo no. A veces lo mejor de uno es un secreto que guardamos para los humildes, para aquellos que logran no-ver o ver el arte de la bendición de no-ver. El lenguaje de la luz y la oscuridad es como revelar una fotografía en blanco y negro. Como hablar del día en que conocimos por primera vez el mal. Ese momento en que se nos parte el alma y nos sentimos extranjeros en este mundo. Ese momento en que una mano negra nos estrangula y el mundo adquiere un desbalance inusitado, una nube de polvo negra que entra por tu nariz y te raspa mientras respiras hacia adentro. Con tus remos navegas en las horas hacia una idea de futuro que desconoces. Mis amigos ríen y juegan. Te has marchado de casa y siempre encuentras algo con lo que nunca logras hacer click, pero no sabes por qué. Es una estrella pequeña de luz permanente, pero al entrar por la rendija que abrió con sus puntas sabes que lo que viene dolerá mucho y no existe otra forma de entrar. La interioridad es un camino. Es una cámara de luces de variados tonos. Es un techo de lámparas encendidas.
Te percatas que has pasado más diez años viviendo como una huérfana, pero no sos huérfana. Poco dices de vos, más que un par de poemas, algunos cuentos, una que otra novela. No te hallas completa en ningún lugar, excepto en esa memoria en que tu horizonte eran dos ancianos que ya partieron. Solo en ese instante la plenitud toma forma y me inunda como el reventar de las olas de San Juan del Sur. Vislumbras los 40, te has cansado un poco de las rebeldías y el nadar contra corriente te aburre, no hay nada ahí para vos. Suena la campana y alguien ha abierto el candado de la celda como en la pantera de Rilke, suena la campana y tu ser se paraliza, se detiene, se retrotrae, porque Dios te ha pronunciado en voz alta sus primeras palabras. Se ha dirigido a vos por primera vez. Sabes que ha llegado la hora, que es tiempo de volver. Emprendes, no sin temor, la ruta a casa. Encuentras las ausencias que nunca se copan. Los tíos han envejecido. La tía no puede caminar, mamá ha engordado, papá ha encanecido, los abuelos siguen enamorados y hacen yoga, la otra tía sigue tocando el piano y regando las plantas del jardín. Eljumping que tanto ladraba ha muerto. Los conejos sal y pimienta también. Hay una nueva perrita llamada schatzi. Mamá por su lado vive con 10 perros, un gato, una lora, dos chocoyos y un par de pericos australianos a los que mis hermanas han puesto nombres raros. Ves a tu alrededor y tienes muchas hermanas menores, son unas bolitas de pelo chiquitas y no sabes si te van a morder, piensas, en tu nebulosa, mientras caminas por las casas de la infancia, que antes te parecían inmensas y ahora lucen tan pequeñas, tan ínfimas, como si hubieras crecido, como si tu cuerpo y espíritu ocuparan más espacio que antes y por eso ves tus viejos escondites en miniatura. El tío te regaña antes de perdonarte. La abuela te reclama antes de perdonarte. Su voz ronca no ha cambiado mucho desde la última vez que me fui. Hoy que regreso todo luce un misterio. Me siento en la vieja cama de papá que ya no es de papá sino de los huéspedes, me siento a ver las antiguas fotos de familia. Me voy sintiendo yo. Me toco la cabeza, me toco las manos y me cuesta reconocerme. Como si mi identidad hubiese sido un misterio y 35 años después me veo desnuda en casa, y veo mi espacio, mi lugar en el comedor, mi lugar en la foto de familia. Como si me hubiesen estado esperando, ahora más vieja, con una bolsa llena de mundo, como si del mundo hubiera colectado aventuras, experiencias, momentos que ahora llevo a casa para compartirlos, como si ese mundo se transformara en sabiduría, y me quitara un poco la rudeza, la severidad de quien nunca ha sentido a su corazón palpitar en la selva. Pienso que es difícil ser como los abuelos. Siento que me ha llegado una hora, la de la responsabilidad, la del compromiso. Veo mi espacio en la banca de la Iglesia, veo a mi hermano feliz con su hija. Veo los caminos secretos que los bisabuelos dejaron marcados, los puentes que tejían para unir a la gran familia, a los primos, a los tíos, veo el trabajo que cuesta esa unión. Veo mi más preciado recinto, mi capilla en las alturas: el balcón de mi cuarto en el segundo piso, en la esquina de un humilde vecindario de Managua; y la niña de 12 años que soy sale a saludarme, a recibirme, me invita a subir y bajar las escaleras, me dice no camines, resbálate por el barandal, como solía hacer para divertirme en aquellos días. Esa niña me da la mano, me salva y me recuerda: érase una vez una niña que leía cuentos de hadas y soñaba y corría por la casa… Cuando la vi, la reconocí con su vestido celeste, sus calcetines de vuelito y encaje y sus zapatitos de charol blanco, su pelito con pava y cortado a la altura del cuello. Estaba intacta tal cual la dejé en aquel balcón en el que le hice una promesa, promesa que hasta ahora le he cumplido. La abracé fuerte y se fundió conmigo.  Me dijo que confiara en ella, que la siguiera. Me costó un poco al inicio, pero la seguí, y me trajo hasta este momento en que escribo siendo ella y yo al mismo tiempo. Pienso en la fortaleza espiritual de los niños. Contemplo la espiral de la vida y enciendo una velita al angelus.

Para Ulises, en tu nuevo cielo

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Eunice Shade

Era un muchacho tímido en aquellos días de debates a principios de la década 2000 en Managua, cuando se me acercó y me pidió mi teléfono y dirección para llegar a verme a mi apartamento en Reparto San Juan porque quería que lo preparara para un concurso de debate, que le enseñara cómo argumentar, cómo dirigirse a las personas, cómo disentir con humor. Lo recibí en mi apartamento y muy disciplinadamente hizo cada uno de los ejercicios que le indiqué. Estaba muy entusiasmado. No supe de él, sino días después, me comentó que le había ido mal en el concurso, pero que había gozado en grande. Añadió que estaba interesado en las letras y muy cortésmente lo invité a las reuniones de grupo de Literatosis, donde encontró sus afinidades y no tardó en hacerse íntimo amigo de Francisco Ruiz Udiel, quien al inicio estaba reticente a integrarlo en el grupo; ironía de la vida porque después serían inseparables compañeros de la cultura: uña y carne.  Ambos tomarían sus caminos, la literatura los llevaría a la ideología y se convertirían en notables promotores culturales desde el regazo y la bendición de los escritores más vendidos y reconocidos de la plataforma revolucionaria de Nicaragua. Poco antes de emprender su sendero cultural con Ruiz Udiel, estaba por terminar en la Universidad Americana y le comenté a Ulises mi deseo de hacer un viaje simbólico de culminación de una etapa; le dije que tomáramos un bus y nos fuéramos de gira por Centroamérica, que fuéramos a Tikal y gentilmente se sumó a mi iniciativa. Fuimos a la casa del Poeta William Grigsby Vergara a invitarlo a que nos acompañara a El Salvador y a Guatemala. La meta era llegar a Tikal y ver las pirámides de los Mayas, pero este no pudo. Así que nos fuimos solos. Pasamos por casa de sus padres en San Antonio. Ellos estaban muy felices. Su papá le prestó un suéter de lana para el frío. Nos dijo que lo había usado en un viaje a Alemania. Nos reiríamos del suéter al llegar a Petén por el grado insoportable de calor; por fregarlo yo le decía: “Ponete el suéter que hace frío”.
Recuerdo cómo su mama le ayudó a empacar la mochila y la emoción con que partimos hacia los buses en Bolonia. Pasamos una noche en San Salvador hospedados donde el poeta William Alfaro. Luego partimos hacia la capital guatemalteca, sin saber, fuimos a parar a la zona más peligrosa de la ciudad, rentamos una habitación donde vimos por primera vez una cucaracha guatemalteca, y otra vez nos reímos por la inconsciencia de encontrarnos en una zona delincuencial, y nosotros como si nada. Lo importante era tomar el bus hacia Tikal. Al medio día estábamos cada uno en su asiento, boleto en mano y listos para partir hacia Santa Helena. Doce horas de viaje por tierra en un ruteado se nos hicieron eternas. Jugamos durante el viaje con una niña de nombre Castalia. Vimos las casa-barquitos de Río Dulce y dijimos que algún día iríamos ahí. Al llegar a Santa Helena nos aturdió lo turbio de una alta temperatura. Comprendimos por qué los indígenas andaban en taparrabo; quiero decir que lo habíamos estudiado en los libros de historia, pero que no es lo mismo vivirlo, experimentar el clima, la flora, las plantaciones, el lago.
Vimos unos puestos de comida y bebida popular, Ulises quedó encantado con una bebida llamada Grapete. Se bebió muchas heladas. Sentimos la tranquilidad de las aguas del Petén Itzá, su vapor calentando el pueblo y los turistas que circulaban como quien anda en la playa, mientras nosotros de tenis, blue jeans y camisetas, cargando el suéter de lana del papá de Ulises. Buscamos un hotel barato, pues como dos estudiantes, no contábamos con mucho presupuesto. El hotel era horrible. El cuarto era una caja de madera con una única abertura que se cerraba con un candado, y que el hotelero llamaba “ventana”. Luego, los caminantes de la zona nos dijeron que el hotelucho era el típico de “los mojados” que se escondían para cruzar ilegales la frontera hacia Estados Unidos. Como se notaba lo peligroso del lugar, acordamos hacer turnos para cuidar la “ventana” que era el único medio por donde entraba el aire. Yo dormí la primera parte de la noche, él la segunda. Al amanecer, muy temprano nos dispusimos a tomar, por fin, el último bus a Tikal; íbamos felices, ansiosos de descubrir el brillo de los Mayas. Al llegar, almorzamos en una cafetería y cada uno bebió un litro de cerveza Gallo. Les aclaro que para nosotros beber un litro era todo un acontecimiento, pues en aquella época todavía no habían cervezas de litro en Nicaragua.
Vimos el pasto verde y no sabíamos por donde empezar, así que decidimos enrolarnos en un tour con una pareja de italianos. Empezamos por unos plantíos extraños, el edecán nos explicó que esa planta la mascaban los Mayas para aguantar dolor, para descansar. Recorrimos templo por templo, pero nada nos impresionó tanto como el Templo del Jaguar, por la altura y el tallado de la piedra. Y nada nos avivó tanto la imaginación como el Templo IV, el de la Serpiente Bicéfala donde George Lucas filmó fragmentos del Episodio IV de Star Wars...
Hoy, que leo la noticia de su muerte, no puedo evitar sentir tristeza y miedo y vuelvo a la pregunta elemental: qué significa escribir; cómo esta pregunta nos ronda y cambia de respuesta con el tiempo, qué ha representado la escritura, no solo para nosotros, si no para todos los que se reunieron en torno a ese punto de encuentro que fue Literatosis. Y tal como lo escribí años atrás, conmemorando la muerte de Fran con una serpiente de uróboros, siento esa región donde la libertad creadora, la ficción se mezcla con la realidad. Me pregunto con temor si Dios perdona la libertad creadora del artista. Me pregunto qué piensa de la obra de John Milton y de Lord Byron. Si acaso, la poderosa Rosa Mística intercede por nosotros y nos perdona la rebeldía de una controversial y cabalística revista número 9. Si acaso tendría piedad de la manada de negros potrillos salvajes que en su brioso trotar no prestaron su lomo a nadie. Esa edad en que el mundo se ve transformable, en que se levanta la espada y el horizonte nos parece una futura conquista. Ahí decido tomar la foto, capturar ese instante de juventud fiera e indómita de Fran y Ulises. Fran y Ulises, son ahora dos estrellas, dos ojos luminosos que han abierto sus párpados en el firmamento.

Agosto 25, 2017, Pittsburgh, Pensilvania.











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Perdón a Sor María Romero

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                                                                           Foto de Camilla en invierno



Eunice Shade
Initium sapientiae timor Domini.

En 1667 John Milton publicó El Paraíso Perdido. Grosso modo el poema trata sobre el más bello de los ángeles del cielo, Lucifer, quien junto a otros ángeles rebeldes, se sublevó contra Dios. Siglos después Lord Byron, en su obra de teatro Caín: Un misterio, retoma la figura del ángel rebelde para nuevamente explorar el lado oscuro del hombre: su condición de criatura ante el creador al decir de Santa Teresa de Ávila en Las Moradas. Los lectores, especialistas en el tema, recordarán ese momento en que Adah interviene y le advierte a Caín que no siga el consejo de ese extraño ángel, que no se parece a los otros. En vano, él le responde que no; que ese deseo de seguirlo “nació con él”. Quizá se refiera a que el mal nació con nosotros, aún y cuando de niños no se perciba de esa manera. La caída y la experiencia del infierno son motivos literarios clásicos (quasi canónicos), sinnúmero de escritores y artistas les han rendido culto a través del tiempo. Baste recordar el poema de Dante: La Divina Comedia, en el cual el poeta empieza su travesía en el infierno; también el poemario Las Flores del Mal de Charles Baudelaire con uno de sus versos que sintetiza la visión del hablante lírico: “Raza de Caín, sube al cielo, ¡Y arroja a Dios sobre la tierra!”. Más cerca de nuestra época, Saramago, se ha dedicado a la exploración literaria de dicha temática: el mal en el cielo y en la tierra. Hasta aquí hablamos de Literatura o propiamente de ficción literaria y cómo esta se relaciona con nuestra vida de lectores y creadores artísticos. Y ese es precisamente uno de los peligros de la literatura: creerse personaje de los libros, ya que la línea entre la ficción y la realidad se encuentra bien delineada.
En la década del año 2000, en Managua, un grupo de jóvenes rebeldes, como los ángeles caídos de Milton (talvez interpretándolos) criticaron la comercialización de imágenes religiosas chabacanamente en la Literatosis 9. Digo “chabacana” porque se puede ser crítico o expresar el disentir respecto a un tema de forma más educada, elaborada y sin caer en la ofensa o la calumnia. Las personas tienen derecho a la libre asociación y comercializar lo que les parezca, pero cuando uno es muy joven siempre se tiene el prurito de que el arte o la simbología sagrada no debe estar sujeta al comercio. Esta es una realidad que tarde o temprano se revela en la vida de todo escritor: los libros y las pinturas, así como las películas se venden; en específico el arte y la literatura religiosa también. Quizá esa fue una de las búsquedas de esos jóvenes que fuimos en aquel momento. Luego uno se pregunta si puede haber juventud sin rebeldía.
A esa edad, en ese tiempo, la vida sabe diferente y  no todos los jóvenes son iguales, los hay apacibles y los hay inquietos. Mi primera juventud, ese período que va entre la transición del adolescente a la adultez pertenece a la contradicción y a la rebeldía. Esa edad en que empieza la búsqueda de una definición identitaria y el ser joven se manifiesta contra el credo de la familia, especialmente de una familia conservadora como la mía y uno empieza a buscarse desde la otredad. A esa edad, uno considera que el comunismo y la cuba de Fidel son lo máximo, que Jim Morrison, los poetas malditos, los escritores enfant terrible de Latinoamérica, Requiem for a Dream, un churro y un tatuaje son la ley. Esta estampa o postura se vende en el mercado literario incluso por escritores de generaciones mayores como Roberto Bolaño, quien ha construido una eternización de ese momento brioso e irreverente del joven. Y así, por la costra del tiempo que cae como polvo imperceptible, un día uno se mira al espejo y atisba las primeras líneas de expresión, en un acto de desconocerse y reconocerse. Quizá en un acto de transformación de nuestra propia sensibilidad; la contemplación de los eventos de la vida ha adquirido nuevas tonalidades, como si crecer fuese un acto inevitable y se es consciente y se aprecia la diferencia entre la sensibilidad del mundo y la sensibilidad del ser católico: son distintas.
En la televisión los musulmanes se quejan de no caricaturizar a Alah, que se respete la sacralidad de su Dios. Nadie dice nada y los protestantes en las calles portan una pancarta con el artículo de la constitución política que habla de la libertad de expresión. Los politólogos salen en la televisión hablando del origen de la libertad, que proviene del proyecto ilustrado-iluminista y que alcanza su máxima expresión en la revolución francesa de 1789. En Nicaragua en 1893 llega José Santos Zelaya al poder y todos hablan de su gran aporte constitucional: “La libérrima”, célebre por secularizar el estado. Y ojo que “secularizar” es una palabra que da para una tesis porque implica que uno cómo católico se cuestione cómo se vive esta convivencia con la secularidad diaria, con la oferta y la justicia del mundo ante las exigencias de la Fe.
El 7 de enero de 2015 Charlie Hebdo sufre un ataque terrorista y millones de personas cambian su foto de perfil de facebook por una que porta los colores de la bandera de Francia y los tuiteros saturan el internet con el hashtag: #JeSuisCharlie. Ahí el mundo y entre líneas su discurso ya no de la diversidad, sino de la co-existencia. ¿Cómo convivir con aquel que es diferente a mí, aquel que en Estudios Culturales, subalternidad y filosofía beverliana (es decir de John Beverley) se ha denominado “el otro”? Y no me refiero a la otredad española de Antonio Machado, sino a la otredad radical y secular del mundo.
En marzo de 2015, en Ohio, veo tras mi ventana, como todas las mañanas, un árbol que los gringos llaman sweetgum three, y que me ha acompañado durante mi estancia en ese estado. He llamado a este árbol Camilla y recuerdo hablarle y compartir mis pensamientos cada mañana con el mismo. Vi a Camilla seca, sin ninguna hoja, pálida cuando cayó la primera nevada de aquel mi invierno primerizo. Las primaveras y los otoños la miraba verde y hasta con unos extraños frutos que jamás había visto. Quizá eran chotes de flor. Y al final del año la miraba enjuta y fría, con su capa de nieve. Así contemplé en Camilla lo que un botánico llamaría el ciclo de la vida. Ella fue mi primera testigo cuando sentí la presencia de Dios llamándome como un agudo campanazo que me sacudió y dejó inmóvil por algún tiempo. Como si fuese una tela que necesitaba ser mojada y exprimida, y en ese proceso, uno no puede sino dejarse exprimir por Dios.
Consulto mis redes sociales y veo al Papa Francisco opinar sobre Charlie Hebdo: “Hay que respetar la Fe ajena”, indicó. En aquel momento, tengo 34 años, una cana y ligeras arañitas en mis canillas llamadas várices. Busco a la joven de veinte que fui y no la encuentro. Entro en una fuerte crisis de identidad; la crisis se produce porque la joven de veinte desapareció, y la nueva mujer que soy se empieza a auto-descubrir. Lógicamente confrontar los pecados de mi pasado con mis virtudes del presente me produce una larga depresión, pues uno siempre espera ser un instrumento puro del Señor. Ante este quiebre de la realidad y con la ayuda de incontables sacerdotes, emprendo luego de una larga ausencia, el camino de vuelta a casa. La vuelta a casa es una metáfora para simbolizar el regreso a los bisabuelos, a los abuelos y a los padres. A sus primeras enseñanzas en aquellos años infantiles cuando el mundo era jugar en la acera con el triciclo. Me encuentro con mi primer ser intacto y decido retomar sus sueños y esperanzas.
Veo la masiva protesta en apoyo a Charlie Hebdo y mis algas marinas han cambiado, sus hojas, se mueven suavemente al ritmo de ese viento u oxígeno secreto que maravillosamente circula por las venas del mar. Pienso que el Papa Francisco está en lo correcto: hay que respetar la Fe ajena. No sólo la nuestra, la de los musulmanes y los judíos también, por mencionar diversos grupos religiosos. No en vano, hace dos días, los judíos de Squirrel Hill en Pittsburgh denunciaban la presencia de propaganda antisemita en el barrio. Squirrell Hill es un barrio judío. La presencia de los mismos es notable, especialmente de los ortodoxos, siempre vestidos de blanco y negro con el tallit encima y el kipá sobre la cabeza; otros barbados lucen su sombrero negro de alas anchas cuando caminan durante el shabbath. Algunas judías usan el sheitel para ir a la sinagoga. El sheitel es una peluca con que cubren su pelo. Si las judías lo cubren con el sheitel, las musulmanas lo hacen con un velo que llaman hiyab. Cuenta una leyenda judía que en algunas familias sólo el esposo puede ver el verdadero color del cabello de la esposa, y que por eso, algunas se cubren con la peluca para que nadie más conozca su pelo. Al respecto, una amiga me comentaba que los hijos se quejaban de no conocer el color del pelo de su mamá. Ella misma me decía que le parecía insólito e injusto. Sin embargo, yo le dije que me parecía irresistiblemente hermoso que sólo una persona en la vida conociera una parte tuya. Me parece mágico, raro y de una belleza casi en extinción. Como les decía, hace dos días, los judíos en su periódico Crónica Judía en Pittsburgh, denunciaban haber encontrado prensados en los parabrisas de sus carros estacionados en Squirrel Hill, afiches que contenían la imagen de una mujer rubia sonriendo junto a una cruz esvástica, así como otro que promovía el odio a través de la ideología del White Supremacy. Los residentes se fueron a quejar a la policía. Y ni aún con las lecciones que dejó el holocausto: Auschwitz, Ravensbrück, Treblinka… el oficial se limitó a decir que esos afiches eran equivalentes a unas volantes publicitarias de pizza, transgrediendo la sensibilidad judía, pues para ellos tales alusiones representan un espacio doloroso de su historia.
Ante los nuevos eventos que suceden en mi vida, revalorizo y reviso el pasado para retomar de él lo que deseo conservar y transformar lo que pueda. En la proyección que es ese pasado, me encuentro con la Literatosis 9, me veo en ese viejo espejo, veo la nueva textura de mis algas, medito en cuánto mi sensibilidad ha mutado y lo nuevo de mi ser se deprime porque de haber sabido lo que he aprendido con los años, habría hecho elecciones distintas.
Ese verano de 2015 regresé de vacaciones a Nicaragua y busqué a Madre Bernardita, monja y profesora de la congregación de mi colegio Pureza de María. La congregación de religiosas Pureza de María fue fundada en España por Madre Cayetana Alberta Giménez y Adrover en 1874. Las religiosas de la Pureza llegaron a Nicaragua en 1951 y cuatro años después empezaron su misión educativa en Managua. El colegio tuvo varias ubicaciones en la capital antes de sus instalaciones actuales en Carretera Masaya, las cuales se inauguraron en 1973. Nueve años después ingresé directamente a tercer nivel (nunca estuve ni en primero, ni en segundo) y mi primera profesora se llamó María Antonieta. En primer grado nos enseñaron a leer con el tradicional componedor en un aula que tenía unos pupitres con gavetas que se abrían hacia arriba y donde uno guardaba sus pertenencias. En esa aula, aprendí mi profesión de Fe, el credo apostólico con la hermana Juana Parera, una monjita muy delgada, viejita y que usaba un velo negro que contrastaba con su hábito blanco. Luego vino un periplo, del que algún día escribiré pero que finalmente no conduce sino a otro lado que hacia Dios. Ver a la Madre Bernarda después de tantos años me produjo una gran alegría, pero al mismo tiempo yo llegaba devastada emocionalmente, y quería explicaciones sobre quiénes somos, quería saber más de nuestra fe y cómo vivirla sin miedo. Así que le conté con lujo de detalles cómo me había sentido y lo que había experimentado en Ohio. La Madre, que además es una mujer muy fuerte, me indicó que antes que nada me preguntara: ¿Por qué Dios permitió que pasara todo eso? Desde entonces, esa ha sido la pregunta directriz de mis reflexiones literarias y teológicas, y en especial del impactante encuentro con mis raíces más profundas. Haya o no una explicación satisfactoria, es deber de todo buen cristiano realizar una reverencia, una genuflexión ante el Señor, en este caso ante Sor María Romero, inclinarse y pedirle perdón, objetivo central de estas líneas arrodilladas y simbólicas que ahora escribo como si cada palabra fuese la llama de una candela votiva en medio de un océano de oscuridad. Mientras tanto, el mundo continúa el bombardeo publicitario de su oferta y vivir la Fe se hace cada día más difícil: un reto, un desafío, un compromiso, una práctica, especialmente para quienes lo hacemos desde la academia y la cultura.

Septiembre 13-Septiembre 19, 2017.




De por qué amo a Godard

Yo ♥ Anna Karina

Moribundero: El performance

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Eunice Shade


Son las 6: 30 pm. El Crucero los recibe con su semblante helado. El Salmerón, el Alejandro, la Mafe y la Lu van tocando música. Abren y descargan la batería, la flauta de Bagdad, el berimbao brasilero, las cuerdas y el viento. Por las calles de Nicaragua van con los instrumentos de espacio en espacio haciendo música. Una nueva.
Volvemos a la pregunta inicial: El arte. No siempre se puede tocar. Esos finos e invisibles hilos. Pienso que escribir es también un performance. Creemos en lo intangible porque nos completa. Es tangible. Es táctil. Hasta en la meditación hemos (los artistas) incursionado, David Lynch, me escribe Salmerón.

Hemos salido del lienzo y pintamos el mundo con audio. Con imágenes. Con presencias y ausencias. Con carne. Tocamos las teclas, lo enrevesado, las piezas, las tuercas, el engranaje creado antes y ahora. Lo recorremos a diario y luego la verdad: desembocamos en el instinto. Cuatro o cinco actividades básicas. 7, tal vez. Una de ellas nos convoca. Nos re-ligare. La vida, decían, es el gran arte. La página blanca (?) por excelencia.
Luego, ¿Cómo te relacionás con el sonido? Con la letra. Con el mundo. A veces cabe un por qué, a veces no.

Los Moribundero, vivir es también morir, vagabundean por nuestras calles ejecutando una nueva forma. Intangible y táctil. Después de la intro, el Jam. Tocás esculturas, tocás vasos de acero hindú. Pienso en el Roaratorio de John Cage. La academia escapa de ella misma. El pentagrama se desvanece, los bordes de la pagina blanca se desvanecen. No hay lienzo. No hay encierro. Las voces se difuminan y abren sus puentes. El tejido del nervio nos asume. Y ellos. Y nosotros. La voz creadora y modulada hace su entrada. Eso que no se puede pronunciar. Eso.

La tradición escapista, sus paradigmas, sus cuestionamientos irreverentes o hedónicos o el dedo en la llaga. Asumir no es el verbo, porque la historia fue antes y trabajamos con la misma. Desde dónde la asumimos. Las etapas que hemos y no. Hablo a un caro lector. Solo se puede acceder desde la performancia,lo demás es fotocopia (y se nota a mares cuando lo es).

Este proyecto colectivo viene trabajando desde el 2010 en el Taller Imagen Tiempo y ahora Moribundero estará presente en la 30ª Bienal de Sao Paulo, Brasil 2012: “Ha sido invitado a realizar una performance in situ, que será también transmitida en FM a 87,7 MHz dentro del pabellón y reproducida en “streaming online” a través de mobile-radio.net así como en la página web oficial de la Bienal”.

La escucharemos y nos moveremos. Moverse (?).

Pienso que una vez sabido Eso, el resto es Crear: He ahí el arte y el arte de escribir.
Pero Crear… Bueno, dice el dicho: Time is running, and you?



                                                                            

Se abre el telón

Eunice Shade:¿Cómo ha sido la experimentación con el sonido?

Alejandro Flores: --El sonido no ha sido como la difusión complaciente de la música tradicional.  Quizás por eso no es música en ese sentido. A nivel de
experiencia considero que este proyecto ha fusionado como un eje transversal donde se insertan, desde su naturaleza performática: el cine, el video arte, literatura, teatro, sonido, pintura; y en esas relaciones entre medios se pierden las fronteras considerándose la plataforma Arte-Público.

ES:¿Actualidad?

AF: --Creo que no. Desde la influencia del rock and roll 60-70, ¡Quemar una
guitarra!!!! por ejemplo, no es música, es un ritual, el performance.
Sin embargo existen algunos proyectos o artistas que digamos, lo han
"formalizado". O sea es su proyecto de vida y a partir de eso, diversos espacios institucionales y críticos se han interesado por ellos y han construido pensamiento a partir de sus escritos sobre proyectos arte-música, caso de Chelpa Ferro (Río de Janeiro).

ES: David Lynch se ha dedicado al audio en los últimos tiempos…

AF: -- Me gustaría mencionar que no son solamente artistas plásticos, o cineastas los que se insertan en los procesos de sonido (David Lynch, Nam June Paik, Andy Warhol, Joseph Beuys). Hay casos contrarios, por ejemplo, músicos como John Cage, Jimmy hendrix, Jonh Zorn que trabajan desde las experiencias performáticas, borrando la frontera entre un medio y otro.

Salmerón: --Suena raro que parezca que David Lynch, sea el único maestro. Estoy de acuerdo con Alejandro. Beuys, etc. Incluso Miles Davis también pintaba y Beuys tiene hasta una canción para Nicaragua en contra de Reagan que la pueden ver en you tube. Dije que David Lynch era el maestro en respuesta a que vos lo mencionaste, imagino, por trabajar pintura, cine, musica y meditacion...lo cual habla muy bien de él y mantengo mi admiración.

ES: ¿Qué esperan del espectador?

AF: --Desde mi experiencia siento que hemos vivenciado con distintos espectadores, los que solo hablan y cuestionan sin permitirse el acercamiento y experimentación mutua con los instrumentos, los que sí lo han hecho y la pasan bien pero no dicen nada, los que experimentan con nosotros y además tienen un punto de vista crítico, y los que creen que somos una estafa. En cualquier sentido, el público es importante, sobre todo el posicionamiento crítico. Pero ese posicionamiento crítico no es al YO de Moribundero, sino una reflexión mas allá de eso. Tiempo y lugar, contexto y vivencia.

ES:¿Cabe un objetivo?
AF: Hacer de Moribundero un proyecto de vida. Tocar, trabajar, vivir de esto
cuestionar.

ES: Háblame de la esencia.
AF: --Admitir la desigualdad.

Salmerón: --Este proyecto, es también, la dilución de la autoridad.....bla bla bla....ensenhar, aprender fluyendo en múltiples direcciones. Reconocer el performance como algo auténtico, transparente, sincero, serio. Es muy importante. Creo que en eso podes encontrar mas sorpresas.

FIN (?)


 Fotos/video Marco Ditria El Petrov


At El Panal

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Flores-Mafe-Salmerón-Lu- & Shade-Hernández-Montenegro & invitados-as especiales. 
Performance
Lecturas
Instrumentos
Jam de música y escritura.
Micrófono abierto. El Panal. Sept. 20. 
8:00 PM. C$30.00 bolitas. 





Combatimos mitos del siglo XIX como este: 

"...el genio es una especie de monstruo inconsciente, irresponsable y fatal (...) todo cuanto corre el riesgo de oscurecer el juicio del escritor está mas o menos admitido que favorece la eclosión de su obra. El alcoholismo, la desdicha, la droga, la pasión mística, la locura (...) que parece ya absolutamente natural ver en ellos necesidades esen
ciales de su triste condición, o ver en todo caso una antinomia entre creación y consciencia. Lejos de ser el resultado de un estudio honrado, tal actitud revela una metafísica (...) El escritor o artista, mas que un creador en sentido propio, no sería según eso sino un simple mediador entre lo común de los mortales y una obscura potencia, un mas allá de la humanidad, un espíritu eterno, un dios... En realidad basta con leer el diario de Kafka o la correspondencia de Flaubert para darse cuenta en el acto de la primordial participación, ya en las grandes obras del pasado, de la conciencia creadora, la voluntad, el rigor. El trabajo paciente, la construcción metódica, la arquitectura largamente meditada de cada frase (...) El libro crea para él solo sus propias reglas (...) el movimiento del estilo debe a menudo provocar su puesta en peligro (...) lejos de respetar formas inmutables, cada nuevo libro tiende a constituir sus leyes de funcionamiento a la vez que producir la destrucción de las mismas". AMEN. 
En el apartado: ¿De qué sirven las teorías? de Alain Robbe-Grillet. ♥



Carlos Rigby moribundeando :D (dá beat master made in Nicaragua).

La bendición de Polímnia

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Para el Doctor Alejandro Serrano Caldera, campeón panamericano de oratoria y debate



 (una pequeña memoria)

Eunice Shade

Dos pasiones me acompañarán siempre: la escritura y la oratoria. Pienso, hoy, en la segunda, porque no ocupa en nuestro medio el lugar que solía, por ejempo en la Grecia clásica. Ese arte de hilvanar las palabras. De tejerlas y darles una forma con la voz; con los gestos; con la mirada. Ese momento cuando en un solo arte confluyen los otros.
Me llueven conversaciones y discursos de personajes novelescos bien logrados. Pienso en Godard, en Vivre sa vie. La escena cuando Anna Karina se acerca a un Brice Parain solitario y empieza el arte; el momento mágico en que pensamiento y lenguaje se funden en uno solo, como cuerpo y alma, como las dos caras de una misma moneda.
Cuando Marco Antonio, guiado por Shakespeare, deslumbra con una pieza de oratoria inolvidable, quizá una de las mejores de la literatura occidental:
“And Brutus is an honourable man”… La conducción y la sutil ejecución de los recursos de persuasión no deja costura expuesta; Se trata, sin duda, de un valioso registro del arte oral.
En aquellos años se inauguraba el primer concurso de oratoria de la universidad. Un auditorio con cien personas nos iluminaba con luz blanca de hospital. Había memorizado mi discurso, no recuerdo el tema, pero trataba en general sobre filosofía y política. Éramos varios participantes, quizá más de diez. Cuatro o cinco participantes me antecedieron. Me presenté, dije la primera línea, me quedé en blanco y salí corriendo. Al día siguiente caminaba derrotada por los pasillos. ¿Qué pasó? Hasta el día de hoy esa respuesta continua en construcción. Digamos que la oratoria si bien se relaciona con la memoria, no se trata de memorizar y repetir. Es, en todo caso, hilvanar las palabras. Suena sencillo, pero implica dos fases. La primera: la selección de ideas, elaboración del argumento y sus ejemplos concretos. La segunda: el tono, el modo, el dominio escénico, la dicción, entre otras.
Al año siguiente abrieron de nuevo el concurso. Por supuesto, no me interesaba en absoluto. Era un arte que daba por muerto. Mis amigos me instaron a que participara. Les dije que no era lo mío. Pero una amiga terminó por convencerme y me inscribí de nuevo. Me vestí de azul y negro riguroso, unos zapatos altos y cerrados, una moña austera y ligero maquillaje. Respiré hondo, entré a escena y conseguí expresar lo que debía. Solo el hecho de haber completado el discurso me proporcionaba, claro está, satisfacción y con eso me bastaba. Casi me dio un infarto cuando empezaron a nombrar a los ganadores, fue mi primer trofeo; había obtenido el segundo lugar. Eso me motivó a comprarme un libro que contaba las historias de los oradores clásicos: Gorgias, Demóstenes, Cicerón, Quintiliano. El que me atrapó por completo fue Demóstenes, no tanto porque era tartamudo, sino por su empeño: un hombre que se metía piedras en la boca y practicaba una y otra vez hasta lograr la fluidez de la palabra. La práctica, me dije.
El siguiente año realizaron de nuevo el concurso. Y ahora sí, ganaba el primer lugar. Sí lo podía creer, pues había dedicado los últimos meses a fijarme en el particular modo que tenían las personas de hablar. Me parecía que algunos por pereza no pronunciaban bien las letras, otros no articulaban, otros no abrían la boca del todo y no se les entendía nada. Otros gritaban o susurraban, daba lo mismo. Y en mi cuarto los imitaba. En realidad imitarlos era mi manera de practicar. Eso me sirvió para definir y desarrollar un estilo personal. Seleccionaba, combinaba y creaba de acuerdo a mí interés o a mi gusto lo que me parecía apropiado y así empezaba a construirme. Me parece, también, que el proceso de escritura, es decir, de identidad literaria propia (aún y cuando semejante idea sea debatible) no difiere del anterior. La identidad literaria se construye. Igual que el estilo de una oratoria. Ambos se ejecutan, se complementan, se retroalimentan. Cuando me vi, ya llevaba algunos trofeos inter-universitarios y me encontraba representando a mí país en Santiago de Chile, en un torneo hispanoamericano. Años dorados cuando Milagros Zelaya y yo, logramos obtener como equipo un tercer lugar para Nicaragua. De ahí que fundáramos la Sociedad de Debate y Oratoria de la Universidad Americana, que desde ese entonces realiza dos torneos al año para promover el ejercicio del pensamiento y el habla entre adolescentes y jóvenes. Esa fue parte de nuestra contribución, nuestra huella, nuestra marca para una Nicaragua mejor. 
El relojero fue puntual y una vez más esa memoria quedaba empolvada hasta hace algunos meses que me llegó la invitación al primer Tedex-Managua. Un proyecto que reúne a oradores y pensadores sobre diversos temas. Tuve la dicha de aprender un nuevo formato, de compartir con ellos y apreciar la diversidad de estilos. Fui testigo de la integración de imágenes y música, incluso performance, en cada pieza de oratoria. Me pareció una gran idea porque rescata ese acto que nos define como seres humanos. No en balde algunos poetas exterioristas de nuestra aldea declaran que “escriben como hablan”.
Pensé, y seguramente ya lo escribió Wittgenstein: ¿Qué somos sino lenguaje?

Septiembre 12, 2012

Espesura del deseo de Eunice Shade

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Alejandro Serrano Caldera*


El libro de Eunice Shade, Espesura del Deseo, es un desafío a la imaginación y a la razón, pues en virtud de una dialéctica implícita, la una afirma a la otra mientras la niega.

La imaginación con la que trata algunos temas, más allá de las reglas de la racionalidad, pareciera ser, no obstante, una forma de expresión de la razón que deliberadamente se impone salir de los cánones habituales del razonamiento, para presentarnos un mosaico aparentemente arbitrario de diferentes temas, pero que reafirman su racionalidad en la acción, deliberada o espontánea, de ser presentados así, pero que además revelan la forma en que los sentimientos sobre diferentes puntos, filosóficos, literarios o existenciales, están presentes en la autora como sensibilidad racional o racionalidad sensible. (¿Tendrá esto algo que ver con la inteligencia sentiente de Zubiri?)

Por otra parte, la racionalidad que pudiera haber en los temas tratados, puede encontrarse con dificultades, por supuesto, al final de la lectura y a partir de una idea global que el lector se forma del conjunto de los escritos presentados, de manera tal, que en este caso, las partes se explican en el todo.

¿Es esto así? O es más bien consecuencia del empeño del lector, en el caso presente del lector que esto escribe, quien al buscar el hilo conductor de los textos, la lógica subyacente, está ya interviniendo en la construcción de la obra. ¿Será la intención que los lectores participen como coautores, no sólo aportando las respuestas personales, sino también proponiendo las preguntas? Pareciera un desafío mediante el cual se le dice al lector que ya tiene las respuestas de antemano y que sólo le falta elaborar las preguntas.

Pero podría pensarse también, que cada escrito o cada capítulo es ya un todo en su individualidad y que el libro no tiene otra intención que recoger diversos textos en uno de carácter general, sin que necesariamente haya que buscar ningún tipo de correlación o complementación. Son ellos, en todo caso, desafíos a la imaginación, la razón y la sensibilidad que Eunice nos propone en su libro en el que ella ve a la filosofía en el laberinto, como era el título original de estos escritos.


*Escritor y filósofo nicaragüense.



A parfum by Eunice Shade: La escritora rebelde

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Edwin Yllescas Salinas*
«Sos linda y todo, pero tu forma de ser es lo que te pierde». Lo que te mata. Lo tenías todo y aún lo tenés, pero cuídate ese carácter, la boquita premiada. En mayo del 62, Julio Cortázar (el polifémico) introdujo en la literatura de habla castellana unos divertidos, maltrechos y perversos personajes. Se llamaban Cronopios y Fama. Sin embargo, el Pibe de Banfield ignoraba que sus Cronopios o sus Famas, renacerían en Mesoamérica. Faltaban entonces 18 años para llegar a Guadalajara, 1980; y otros 18 años para que Eunice Alejandra López Sánchez, la gemela, la otra, la misma Eunice Shade, [Lewiscarrolingia, Lawrensterniana, Jeanduchesa y Willcupyana] se transformara en una escritora tenazmente aferrada a un alto nivel de exigencia, vocación literaria y baldes de sudor. ¡Claro, nació invocada por la Estrella del Sur, en la Casa de Virgo con ascendente de Libra! Ni dudas, la muchacha traía su propia interpretación de los colores, los sueños e incluso su personal grafología.
No se debe pasar inadvertido que entre su nacimiento y su advenimiento escritural corren dos períodos de 18 años, otra forma de los cuatro rostros de 3,14159265358979323846... El colmo, la gnómica está en la base de los números irracionales. Pero esta muchacha también fue presentida por Umberto Eco y la Opera perta, (¡valga la madre!) publicada en 1962 y uno de los mejores y desastrosos laboratorios juveniles para cruzar estética con física cuántica, y termodinámica con estructuralismo...
Si se sigue indagando el asunto, Eunice también es hija de Roland Barthes y La muerte del autor. Esos podrían ser los faros galáxicos para una inmersión en la Espesura del deseo (2012) y El texto perdido (2007). No es mi estilo, no lo haré. Esas cosas serias y hasta tremebundas y oliscas queden para doctores, expertos y similares. Tampoco me meteré con su clasificación de las categorías o razones.
No sé cómo manejarlas. Ni siquiera sabría qué hacer con la “razón intuitiva” que parece la más chiche. Apenas recuerdo, pescado en Michel Tournier: “Aristóteles distinguía diez. Leibniz contaba seis. Kant admitía doce”. De allí en adelante sólo Serrano Caldera y Freddy Quesada saben la verdad.
Sin embargo se abre una reflexión: qué le interesa al joven escritor: el vino viejo, o el odre nuevo. No tengo respuesta, no la genera la pregunta, pero ésta no radica en ninguno de los términos de la ecuación ni siquiera en ambos. El verdadero escritor inventa (por la lectura) su propia ecuación, su forma de plantearla y despejarla, cuando, naturalmente, no se trata de catatónicos, ni de chicos y chicas impresionables por las marquesinas editoriales, o eso que el gordo Bloom llama: la escuela del resentimiento.
En los últimos años de muchos dedicados a la lectura, no había gozado, no me había gozado tanto en la lectura de un libro como me sucedió con Espesura del deseo. Tuve, es normal, algún temor al comenzarla. La portada, Labios azules (de Patricia Belli) me llevaban vía subconsciente al mar de vaginetas del ya difunto Henry Miller y otros/otras que todavía andan por ahí. ¡Nada que ver!!! El libro me cautivó, se convirtió en mi predilecto número uno por muchas razones muy propias de la demencia. Su lenguaje desenfadado, suelto, hirsuto, despeinado, sin boina azul París, su enemistad mortal con el rinse, el pleito de perro con las tenazas y planchetas del alisado, su entera falta de maquillaje y tintes Clairol; sus zapatos bajos y sin lustre; ese libro que hace lo contrario de las academias de la lengua, comenzó a saltar en mis ojos y mis neuronas.
Su desenvoltura está llena de referencias multiculturalitas endemoniadamente cruzadas, de citas inexactas a propósito; se teje con la cita apócrifa y la verdadera. El librito hasta podría ser inocente, pero de ingenuo nada tiene. No le falta nada, ni siquiera la mala leche, a borbollones. Ni ellas ni ellos están a salvo. Este libro con nombre lezámico, o buñuélico, no es lo que se llama bala sólida, más bien corresponde a la categoría de munición expansiva. Su target favorito es la razón, los racionalistas y todo sistema que pretenda hacerse con la verdad racional. Frente a una filosofía Occidental hecha por hombres, para hombres, aunque enseñada por mujeres, la pregunta del gnomo sentado en la piedra de Lorelei es básica, lo resuelve todo de un solo tajo: «qué tiene Kant que no tenga yo». Me imagino que muchos filósofos preferirán no haber leído este libro. Su disputa, sus mores filosóficos sólo tienen dos salidas: el manicomio o el manicomio, no por la verdad, sino por la poesía. Tampoco ella pretende otra puerta. Su oficio es la escritura.
Antes que se acaben las líneas de esta nota debo decir que toda la supuesta rebeldía, estridencia y escándalo de la Vanguardia 1930 (todos iban a misa y al Santísimo) y la Generación de los 60 (no salían de las tabernas y serrallos) es puro mito, creencias alentadas. La vitriólica rebeldía distintiva del joven escritor sólo la he visto, durante los últimos setenta años, en muchachas como Eunice Shade. Eunice ha evolucionado hasta convertirse en el ícono de su tiempo; su prosa y su poesía son la intención aviesa de dinamitar todo lo que hoy se conoce en Occidente como prosa y verso.
Rebelde por excelencia, hasta conversar con ella puede resultar imprudente, pero estimulante. Sólo Zoroastro, Buda y el bocatero Cicerón hablan “Urbi et Orbi” con su autoridad papal, sino no fuera más. Por eso me llama la atención su pipeo con Cayo Julio César, genocida de la Galia y todo el Imperio. Afortunadamente, Espesura del deseo no será leído en Francia, ni los parientes de Vercingétorix (humillado, torturado y decapitado en las calles de la Suburra) sabrán de la autora. Pero entre tantos camafeos bordados por sus perlitas tronantes y expresivas (me gustaría presentar un tapiz), esta mirada distorsionada de César es mi favorita. Quizás por su final: «una vez cruzado El Rubicón, “¡Che, esto no es para leerlo, sino para verlo!” César me dijo: ¿Cómo se llama eso azulado azabache que te cubre? Y ella le dijo: hilo dental, querido.»
*Escritor nicaragüense 
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