já! como no.
“Todos los estilos literarios son buenos, excepto los de estilo aburrido”. Voltaire.
Eunice Shade
Veo un gran monte. Una selva nicaragüense de inseguridades sin podar. Voy de nuevo a chapodar la selva y abrir camino a los miedos ajenos de colegas paisanos. Es un deporte mío, vieja costumbre de antaño de reflexionar sobre temáticas tabúes del oficio. Hace falta.
Conocí a este tipo de artista que se intimidaba frente a “lo cliché” allá por inicios de la década 2000. De hecho, palabras como “plagio”, continúan siendo miedos profundos, en especial en estos borrascosos terrenos de la escritura; palabras y conceptos sobre los que se debe meditar, en especial si nos dedicamos a escribir o al arte; “cliché” y “plagio” son palabras que por inseguridad algunos evitan “para que otros no piensen mal”. A la acción de evitar o prohibir la reflexión de un tema le llamo blandenguería, cobardía, pereza mental, y como en esta clase deseo que todos aprendan, vamos a empezar tradicionalmente definiendo el cliché como la fórmula del lugar común que suele ser éxito en ventas, porque en general el público adora estas fórmulas.
Sin embargo, lo que es cliché en Nicaragua, no siempre es cliché en el primer mundo o viceversa, porque el universo es infinito y cada sociedad posee su sistema de valores literarios. Esa fue una de las lecciones aprendidas en mi segundo viaje a Santiago de Chile. Previo a esa época, en la Managua mía era común escuchar a ciertos escritores sentenciar que “lo autobiográfico en la literatura era pésimo, que lo mejor era la ficción”. Yo tenía mis dudas porque lo escrito es ya ficción en sí, y en especial después de haber leído Historia de mis librosde Rubén Darío, y conste, menciono dicha pieza en particular por buscar en la biblioteca de mi país, bien puede una escribir Diarios de Pizarnik o Kafka, ustedes ya conocen esa historia.
No obstante, la citada pieza dariana es fundamental para conocer al humano ‘verdadero y real’ que sostiene al escritor; son confesiones, los secretos sucios de la cocina literaria dariana, el reconocimiento de sus límites, ende de su grandeza frente a la página blanca.
Libro clave, diría yo, para lograr una compresión cabal de su obra. Ahh… pero hablar del ser humano: hombre o mujer es tema profundísimo que requiere madurez literaria… no memoria de catálogos. Y me recuerdo de este cuento genial de Claudia Hernández, Carretera sin buey, todo quería ser aquel hombre al costado de la carretera, menos humano. Moraleja: No le hagas caso a gente así, ya Faetón los palmeará en la espalda. Queda la lección y el sarcasmo de la jugada de apertura de la autora salvadoreña: “De haber sabido que se trataba de un ser humano, no habríamos detenido el automóvil”, porque solo el ser humano es el único mamífero que le cuesta un &*!$# reconocerse como tal.
No obstante, la citada pieza dariana es fundamental para conocer al humano ‘verdadero y real’ que sostiene al escritor; son confesiones, los secretos sucios de la cocina literaria dariana, el reconocimiento de sus límites, ende de su grandeza frente a la página blanca.
Libro clave, diría yo, para lograr una compresión cabal de su obra. Ahh… pero hablar del ser humano: hombre o mujer es tema profundísimo que requiere madurez literaria… no memoria de catálogos. Y me recuerdo de este cuento genial de Claudia Hernández, Carretera sin buey, todo quería ser aquel hombre al costado de la carretera, menos humano. Moraleja: No le hagas caso a gente así, ya Faetón los palmeará en la espalda. Queda la lección y el sarcasmo de la jugada de apertura de la autora salvadoreña: “De haber sabido que se trataba de un ser humano, no habríamos detenido el automóvil”, porque solo el ser humano es el único mamífero que le cuesta un &*!$# reconocerse como tal.
El asunto es que cada quien llevaba un cuento o un poema al círculo y el primer señalamiento era: “Es malo porque es autobiográfico”…sí, en Nicaragua hay “escritores” que piensan así. También hay otros, más jóvenes, que confunden los estatus de facebook y twitter con literatura. Anyhow...
Me encontraba en el otoño de una bella Santiago del 2006, en un café en Providencia, leyendo publicaciones actuales de escritura local. Y el material creativo que leía, qué sorpresa, era de corte autobiográfico, unos más, otros menos, pero constaban alusiones claras. Era lo más normal del mundo y nadie poseía prejuicios al respecto, muy al contrario, el texto (sin importar o no el género) es bueno cuando está bien escrito. Y me dije: ¡Que bárbaro! ¡Tuve que salir de la burbuja local nica para encontrarme con otra realidad, donde ciertos lectores atesoran una visión profunda de la literatura! No me la contaron, no la leí en Internet. La viví ahí mismo, en carne y hueso.
Ya de regreso en Managua, como es hábito mío, frecuenté diversos círculos sociales, cada uno con sus propios valores y con su propia forma de medir el mundo. Algo así como estudiar en la UAM y hacer vida social en la UNAN y la UCA. Y disfrutaba como espectadora la diversidad de subculturas, apreciaba cada detalle distintivo. Me entristecía, sí, cuando la persona de una burbuja no podía o le costaba interactuar con la de otra. Flashback 1:León, Nicaragua. Trabajaba con un colectivo de artistas instalando una exposición. Uno de ellos fue requerido para solicitar una entrevista con un periodista local. Se va y regresa agitado, nervioso y me dice: “Andá vos, porque no me pude comunicar con el maje. Es un maje así, asá, etc”. Voy.
Era un señor conservador, tradicional, típico de León con sus propias ideas y convicciones. Era lo que a este prejuiciado grupo le parecía un señor “cliché de León”. Lo saludé. Hola, mucho gusto. Vamos a montar un evento, nos gustaría que nos apoye. Gracias, muy amable. Punto.La comunicación de mi burbuja a su burbuja fue un éxito. Pero me quedó la espinita. ¿Por qué este artista no pudo comunicarse con este señor, que era lo más natural del mundo en León? ¿Es que al parecer “lo natural” es un lenguaje que estos artistas no entienden? Y pensé lo mismo que ustedes: Babel.Hay personas que hablan varias lenguas y se comunican fluidamente con variedad de burbujas… hay personas restringidas que solo hablan una lengua minoritaria, mínima y que además la pretenden imponer como la panacea, cuando no es más que otra lengua rascuache en otra parte del mundo; Estados Unidos, por ejemplo: Aquí todo el mundo anda como quiere, flota una enorme burbuja (de las tantas) con millones de millones de personas tatuadas, el pelo en verde fosforescente, con tennis tripeados, etc: Aquí esa fachada y visión estética es lo más cliché porque todo el mundo anda así, y ser artista es común, etc ywhatever.
Ser “cool” aquí no es bueno, ni malo, es común. Es la media. Es simple. Igual ser lo contrario de “cool”, porque cada burbuja (encerrada) posee su propia forma de ver el mundo. Sin embargo, cuando te abrís, cuando saltas a otra burbuja, a otros gustos, olores y sabores tu horizonte se expande, y te das cuenta que cada pompa de jabón vive un proceso de crecimiento diferente, y que bajo ningún motivo uno es “superior” o “inferior” al otro. Son estados. Lo mismo para quienes escribimos: un día se me antoja teclear algo que No comunique, algo que solo exprese rareza y belleza formal de la palabra, algo autista que solo yo entienda; otro día quiero comunicar (sin discriminar a nadie por educación, sexo, raza, religión, etc). A veces me dan ganas de parodiar, o tomar una foto cruda de la realidad tal cual, recrear tonos ajenos fidedignamente: eso es una parte del arte de escribir. Apagar mi voz y mi búsqueda creativa personal para darle espacio a otras voces que necesitan ser escuchadas en otras latitudes, sobre todo si mi texto en ese momento, en esa determinada ocasión, está comprometido. En especial cuando la causa lo amerita. Reitero lo que siempre he dicho en textos anteriores: el buen o la buena escritora debe dominar varios estilos. Pista: Macariode Juan Rulfo, El llano en llamas.
Entonces me parece ridículo que en Nicaragua haya mentalidades cerradas que promuevan el prejuicio. Flashback 2: Cierta vez una escritora nicaragüense me dijo: “No utilizo la luna como símbolo, ni como palabra porque es común en la literatura de la Chayo” (Murillo). Hasta el día de hoy pienso lo mismo: ¿Y desde cuándo la luna, el sol, el mar, la cama, las sábanas, el beso son propiedad exclusiva de alguien?¿O sea que mi escritura debe estar “controlada” por lo que escriben, dicen o piensan otros? No way!!Escribiré o utilizaré la imagen de la luna, por ejemplo, aunque sea el símbolo cliché por excelencia del Islam. ¡El calendario musulmán es lunar! Ya me parece que me advierten: “No escribas de la luna porque sos machista, porque los musulmanes veneran y adoran la luna desde siglos atrás”. Mejor me río. Lo más saludable es reírse. Hay que airear el cuarto pipe, abrir las ventanas, que corra el aire fresco porque cada burbuja le asigna un valor distinto a la Creciente y Estrella.Esa es una clase de semiótica que nadie debería perderse.
Así mismo, recuerdo a ese grupito que venera a Edgar Allan Poe como si fuese “rarísimo”, fue raro todavía hasta el siglo XX, pero hoy y aquí en Estados Unidos es lugar común, nadie se asusta de Poe ya… a menos que lo estés conociendo por primera vez. O cuando vas a Argentina y hablás de Borges… ¡Por favor!
Así mismo, recuerdo a ese grupito que venera a Edgar Allan Poe como si fuese “rarísimo”, fue raro todavía hasta el siglo XX, pero hoy y aquí en Estados Unidos es lugar común, nadie se asusta de Poe ya… a menos que lo estés conociendo por primera vez. O cuando vas a Argentina y hablás de Borges… ¡Por favor!
Woody Allen ha construido un imperio trabajando “el cliché primermundista”, muchos de sus guiones y películas lo son. Es especialista en la materia. Solo falta que salte alguien y me diga: “Yo, solo por eso veo películas de Stanley Kubrick”. Y mi respuesta será la misma: Kubrick es para mí un cliché ahora. Cuando estaba descubriendo el mundo a los veinte años, no. Pero ahora sí lo es. Leer a Bolaño es otro cliché (él en sí lo es) pero debemos respetar el crecimiento de los más jóvenes… ¿no? Entra un joven a mi taller de LupaCollagey me dice: “Profe, estoy leyendo a Bolaño”. Respuesta:¡Qué bueno hijo, es parte del proceso! Avisame cuando termines para sugerirte más lecturas”, punto final. Lo que ayer fue, hoy cambió. Lo mismo Tori Amos, Fiona Apple, Björk y compañía limitada.
Por eso, simpatizo con la tranquilidad con que la artista y poeta Natalia Hernández trabaja "el cliché" y da en el clavo cuando dice “significados” porque, por ejemplo, el sentimiento del amor será cliché siempre, aquí y en cualquier lado. Y eso no es bueno, ni malo (ya viene siendo hora de trascender la dualidad). Es una forma de trabajar un tema cuando se desea comunicar un valor universal a más de una burbuja, no sólo a la mía. Varios poetas machistillas han escrito ideas como: “sábanas arrugadas, sudor, cuerpo de mujer” y el cuerpo de la mujer es el cliché por excelencia en la poesía escrita por hombres, es lugar común masculino-heterosexual. Es el mismo escenario, el Neruda primero refritado, el cliché erótico retorcido y llevado al extremo. Cambia su forma, en unos más, en otros menos, pero el espacio es el mismo. Las cargas y connotaciones negativas que arbitrariamente y al antojo otorgan algunos a diversos recursos literarios se convierten en estrategias de dominación (descalificación, estigma y subyugación) de la escritura producida por mujeres.
Por eso, simpatizo con la tranquilidad con que la artista y poeta Natalia Hernández trabaja "el cliché" y da en el clavo cuando dice “significados” porque, por ejemplo, el sentimiento del amor será cliché siempre, aquí y en cualquier lado. Y eso no es bueno, ni malo (ya viene siendo hora de trascender la dualidad). Es una forma de trabajar un tema cuando se desea comunicar un valor universal a más de una burbuja, no sólo a la mía. Varios poetas machistillas han escrito ideas como: “sábanas arrugadas, sudor, cuerpo de mujer” y el cuerpo de la mujer es el cliché por excelencia en la poesía escrita por hombres, es lugar común masculino-heterosexual. Es el mismo escenario, el Neruda primero refritado, el cliché erótico retorcido y llevado al extremo. Cambia su forma, en unos más, en otros menos, pero el espacio es el mismo. Las cargas y connotaciones negativas que arbitrariamente y al antojo otorgan algunos a diversos recursos literarios se convierten en estrategias de dominación (descalificación, estigma y subyugación) de la escritura producida por mujeres.
La falta de lectura de algunos es tal que “descontextualizar” les parece el non plus ultra. De repente aburre tanto pingüino tomando sol en la playa. Anótenlo y subráyenlo para su crecimiento como jóvenes escritores-as.
En Literatura Nicaragüense, edición de 1999, Jorge Eduardo Arellano, escribió que la “práctica versificadora (de Gioconda Belli) tropieza fervientemente con el tópico y el lugar común”. Verdad de Perogrullo, secreto a voces, lo sabemos casi todos y todas: la Gioconda es cliché y vuelvo a repetir, eso no es bueno ni malo. Sería más interesante y productivo pensar: ¿Cómo trabaja el cliché la Gioconda? ¿Qué de nuevo hay en su tratamiento? Y ya ven, para los que consideran que ser escritor es únicamente ganar premios: ¡Cuántos premios ha ganado la Gioconda! Precisamente porque domina las formas del cliché.
Flashback 3: No nos vayamos tan largo. Esa era la consigna cardenaliana en los 80 nicaragüenses: Escribir para el pueblo, que la gente lo entienda, escribir como se habla, poesía de masas, talleres de poesía, salvo los disidentes. Ahh pero nadie dice nada negativo de lo cliché que son los Epigramas de Ernesto Cardenal, esa formulita de ¡Oh Claudia! o de Alperderte yo a ti tú y yo hemos perdido… que bien podría ser el texto de una tarjeta Hallmark, si es que no lo es ya. ¿Y que me dicen de la trillada operación de retomar íconos pop, lugares comunes de los Estados Unidos como Marilyn Monroe?
Por supuesto, cada autor desarrolla una obra y esa obra tendrá aspectos clichés. El Neruda de los Veinte poemas de amory una canción desesperada, no es el mismo de Residencia en la tierra. El Cardenal de Epigramasno es el mismo del Cántico cósmico. Y aclaro dos cosas: Uno: no me gustan los clichés cuando no se utilizan deliberadamente con algún propósito. Dos: la intención de citar a estos autores que no son favoritos de mi bibliotecaes para señalar y evidenciar que la vara con que se mide la escritura de una mujer es injustamente otra: la de la discriminación. Porque el machismo literario etiqueta, encasilla y descalifica a las escritoras. Porque al machista le parece que “lo cliché” es negativo si y sólo silo trabaja la mujer que sostiene a la escritora. Sin embargo, si lo hace un hombre: “¡Es genial! ¡Qué genio! ¡Qué capacidad de trascender burbujas y fronteras! ¡Está hecho para el gran público! ¡Será un éxito comercial! ¡Qué capacidad de comunicación! Brillante! ¡Un aplauso!”.
Por supuesto, cada autor desarrolla una obra y esa obra tendrá aspectos clichés. El Neruda de los Veinte poemas de amory una canción desesperada, no es el mismo de Residencia en la tierra. El Cardenal de Epigramasno es el mismo del Cántico cósmico. Y aclaro dos cosas: Uno: no me gustan los clichés cuando no se utilizan deliberadamente con algún propósito. Dos: la intención de citar a estos autores que no son favoritos de mi bibliotecaes para señalar y evidenciar que la vara con que se mide la escritura de una mujer es injustamente otra: la de la discriminación. Porque el machismo literario etiqueta, encasilla y descalifica a las escritoras. Porque al machista le parece que “lo cliché” es negativo si y sólo silo trabaja la mujer que sostiene a la escritora. Sin embargo, si lo hace un hombre: “¡Es genial! ¡Qué genio! ¡Qué capacidad de trascender burbujas y fronteras! ¡Está hecho para el gran público! ¡Será un éxito comercial! ¡Qué capacidad de comunicación! Brillante! ¡Un aplauso!”.
En resumidas cuentas lo que te hace original en el primer mundo (al que tanto aspira un montón de gente) es respetar tu verdadera cultura y tu origen. La tuya; la combinación creativa de sus elementos y su interacción con otras realidades. Solo quien respeta su cultura es capaz de respetar las otras.
Quizá estas ganas, desesperadas, de ser lo que una mente cerrada considera “cool”, sean una estrategia de negocios. Ya no se trata del arte, sino del billete. “Y como nunca he salido del terruño más de cinco meses, yo creo que eso es lo más “cool” del mundo, y a esa gente le quiero vender mi producto y quiero ser como ellos para que me lo compren”. Es justo que querrás vender tu nisayo, pero eso no te da derecho a creer que tu manera de concebir la vida, el arte y la literatura es mejor que la de otros. Ahora bien, entre “ser cool” y una “aburrida papa sin sal de la década 2000”, mil veces mejor “ser cool”.
Quizá, sea también la segmentación del mercado y “nosotros sólo le vendemos a la clase alta. Somos exclusivos de la misma”, como si la clase alta, solo por serlo, tuviese una confiable valoración estética. Lo que está claro es que teñirse el pelo en arco-iris y escribir: %#!&#&* para que la gente no entienda es miedo a nombrar la realidad tal cual en Nicaragua. Es miedo a verse en el espejo y aceptar el desfase socio-económico (somos el segundo país más pobre del continente americano) que cualquier marxista fiel de Lukács expresaría así: El desarrollo cultural de un país es reflejo de su economía. O bien: Entre más desarrollado el país, más desarrollada la cultura, el arte, la literatura, etc. Esta idea es polisémica, salvo excepciones y podríamos pasar horas en debate hasta exprimirla y revertirla, pero mi intención, por ahora, es comunicarla.
Decía pues, que a este tipo de artista o escritor, allá por la década 2000 le daba terror verse al espejo diariamente. Tenía este primo hipster-artista-escritor que todo el tiempo quería verse diferente. Hacía recortes de revistas, y cada parte de su cuerpo era de un color, textura y forma distinta, porque eso lo hacía sentirse mejor. Era su forma de escaparse de la realidad circundante, de negarse. ¿Y por qué no? De asumirse. Empezaba a pensar como Freddy Quezada, parafraseo: En un mundo donde todos quieren ser diferentes, ser natural era un atentado, una verdadera revolución.
Porque diario se levantaba el pobre, se cepillaba los dientes, se bañaba, comía huevo con tostadas y café, se iba al pegue, discutía, almorzaba, iba al baño a hacer la 2, chateaba, revisaba su twitter, facebook, instagram, googleaba, adoraba las páginas web que parecían hospitales de Hello Kitty, hospitales donde se intentan salvar los sueños agonizantes de Hello Kitty, pegueaba otro rato y cuando terminaba llamaba a sus brodis para irse a relajar con unas bichas y un ceviche. Después, regresaba a su casa, chequeaba otra vez su celular, se tomaba una selfie patas para arriba haciendo muecas en pijama, la trabaja creativamente, la posteaba, comentaba, leía un rato, se sacaba un moco, se rascaba la entrepierna, luego enviaba una ristra de muñecos en el wassapy finalmente se dormía. Eso de lunes a viernes (mi primo es afortunado porque peguea en serio, no me quiero imaginar el carnaval mental de quien no). Sábados y domingos, otra onda, tal vez el mar, un buen asado, el cine, más bichas. Pero la selfie antes de acostarse era fija. Igualita, pero cada noche le cambiaba un detalle, cada noche la trabajaba distinto. Cada noche amaba y odiaba a Sísifo. Hellou Kitty?